18 de agosto de 2017

No quiero ser "cofrade"

Siento dolor.
Creo que como todo el mundo que guarde un poco de humanidad, lo siento.
Dolor y rabia.
Es el dolor que siento pero no solo cuando estas cosas suceden entre esas líneas imaginarias que artificialmente nos separan de otros semejantes y a lo que llamamos país donde hemos venido a nacer por azar, o cuando estas cosas suceden a los que por ese azar nos parecemos física y culturalmente (eso que llamamos "occidente".
No. Yo no siento solo ese dolor que un poeta filósofo (o filósofo poeta) llamó acertadamente el "dolor televisado". Yo siento el mismo dolor cada vez que el mundo se convulsiona enfermo de humanidad, cada vez que la sinrazón intenta imponer su pensamiento único en nombre de contorsionadas causas políticas, religiosas, raciales,... el mismo dolor que siento cuando te enteras (aunque en estos casos de refilón pues la prensa casi nunca habla de ellos) de que cosas como la de ayer suceden a diario en países donde la piel es más morena y se reza al mismo Dios aunque bajo otro nombre (pero sin dejar de ser el mismo y único Dios) y donde las víctimas son del mismo credo al que algunos occidentales quieren criminalizar (el autodenominado Estado Islámico mata a diario a más musulmanes que occidentales, que a nadie se le olvide este dato).

Pero también siento asco.
Me produce profundas arcadas ver la hipocresía y el cinismo de los que presumen de ser más civilizados y guardan en su corazón el mismo salvaje e irracional odio que los verdugos.
Y más asco me da cuando esos son los que presumen de cristianos, los que se dan golpes en el pecho, los cofrades de medalla y vara. Esos son los peores pues, mientras su mano derecha reza a sus imágenes de Cristo y la Virgen ricamente vestidas y proclaman sin tapujos que Dios es amor, con la izquierda dicen empuñar la espada de Santiago Matamoros y llaman a las Cruzadas, al exterminio del infiel, como si estuviéramos en la misma Edad Media, sin caer en que sus pensamientos no distan mucho del de esos asesinos.
Son los fariseos de hoy en día, los sepulcros blanqueados de nuestra sociedad que se engalana por fuera como la prostituta de Babilonia mientras por dentro llena sus estómagos de la bilis más negra.
¿Dónde quedan para ellos los Mandamientos?
Amarás al prójimo como a ti mismo nos decía el Decálogo, pero si el prójimo comparte rasgos con un asesino, lo condenamos por muy inocente que sea.
No tomarás el nombre de Dios en vano, pero en su nombre juramos venganza.
No matarás, pero deseamos la muerte y el exterminio a todo aquel que sea del mismo credo que quien provoca el terror, aunque sean personas que también pueden sufrir y de hecho sufren el mismo terror en sus carnes.
No mentirás, pero usamos las redes para difundir bulos, para difundir falsas historias de supuestos "beneficios" del Estado, de falsos privilegios a los refugiados,...creados con la mera intención de generar odio al que es diferente. ¿Es un privilegio huir del miedo, dejando atrás tu casa, sin saber si tu familia seguirá viva o ya habrá muerto, cruzar un mar que aunque peligrosos siempre será mejor que la maldad humana, y encima llegar a un país y encontrarte más odio? Que Dios os guarde de esos "privilegios".

Ustedes, señores, me dan asco. Y creo que no solo a mí, porque quien lea las Escrituras, quien conozca los Evangelios (lo dudo, porque estos "cristianos" me da que usan la Biblia para calzar el sofá) sabrá que si algo repudiaba Cristo era a los hipócritas.
"Expulsémoslos del país o una bala en la cabeza y verás como se soluciona esto". Cualquiera atribuiría una frase así a uno de esos terroristas del ISIS. Pero no: frases así las están diciendo cofrades, de los de medalla, de los de golpe en el pecho. Algunos cofrades hasta de alta cuna, de los que llevan apellidos y heredan varas o cargos en las Juntas.
Y yo me pregunto: si piensas igual que ellos, ¿qué diferencia hay? ¿Qué crees que te diferencia de ellos? ¿Qué separa un radicalismo de otros? Algunos dirán que la diferencia es que el radicalismo de aquí es "de pensamiento" y que nadie se ha manchado las manos de sangre. Pero yo añado, los pensamientos están ahí y son igual de impuros y quien sabe si no llegará el día que de tanto llamar al odio alguien coja la llamada y se haga su particular Cruzada matando a más que posibles inocentes. Y si no lo ven posible, miren en Estados Unidos, lo sucedido en Charlottesville, donde cristianos blancos occidentales, espoleados por los mensajes racistas de su propio presidente, han salido a declarar la guerra al diferente hasta el punto que incluso uno de ellos se dedicó a atropellar a otra multitud que se contramanifestaba contra ellos (vaya, ¿les suena ese modus operandi?).

El odio por el odio llama al odio y solo genera odio. El odio es irracional, es intransigente, es intolerante, y sobre todo es ignorante. Si esas son sus características, se sabe como combatirlo, pero cuando no se quiere y al odio se le enfrenta con odio, la bola crecerá hasta que la humanidad sea más inhumana que nunca (y, Dios no quiera, volvamos a vivir episodios terribles de nuestra historia).

Yo, Dios me perdone, y creo que lo hará porque me comprenderá, hoy no quiero ser cofrade. No quiero ser cofrade mientras un cofrade piense así. No quiero ser cofrade mientras un cofrade alimente el odio. No quiero ser cofrade si ser cofrade significa ser un hipócrita y tomar del mensaje de Cristo solo lo que nos interesa.
No quiero ser cofrade. Quiero ser cristiano. Quiero ser hombre. Quiero ser libre. Quiero la paz y el amor. Quiero que todos renuncien al odio. Y solo así no volver a sentir miedo.

He dicho.
Y el que no quiera volver a leerme o a seguirme en Twitter porque se ha sentido identificado, tiene las puertas abiertas. Prefiero predicar en el desierto que estar rodeado de animales indeseables.