25 de julio de 2017

El músico cofrade, ¿comprometido o absentista?

Una de las cosas que más me ha llamado siempre la atención del mundo interno de la música cofrade, de las bandas, es el tema del compromiso, o mejor dicho, de la ausencia de él entre el musifrade medio.
Muchas veces, medio en broma por el contenido, pero como toda broma guarda su punto de verdad, circulan por ejemplo entre las cuentras fakes cofrades, las cuentas humorísticas, bromas o chascarrillos sobre lo acostumbrado que está el músico cofrade a no cumplir con sus ensayos, lo común del absentismo en este gremio, o las disparatadas excusas que estos pueden llegar a dar con tal de no ir a tocar o ensayar.
Ese es el lado humorístico, el lado de broma, pero, ¿cuánto de verdad hay tras ese humor? El humor se inspira en la vida real, y en la vida real, ya hablando en serio, no es tampoco extraño escuchar del boca a boca, en círculos cofrades o leer en foros que la banda X las está pasando putas porque sus músicos no asisten, que se plantean la disolución si siguen así, que hay directivas que no toman cartas en el asunto porque cualquier intento disciplinario sería en vano o porque directamente no quieran, que hay músicos que tienen venia especial para faltar pero otros no, que en otros casos se produce el efecto contagio y si fulano no va mengano tampoco,... así hasta que se llegan a dar noticias, cada vez por desgracia más frecuentes, de bandas que o tienen que recurrir a inventos varios para sobrevivir (por ejemplo el tema de las fusiones) o que directamente desaparecen incapaces de hacer frente a este fenómeno.
Partiendo de la base de que la música cofrade no deja de ser una afición (salvo algunas bandas profesionales o semiprofesionales en las que, obviamente, el absentismo ni se contempla) y que por tanto ninguna persona que esté voluntariamente en este mundillo puede estar obligado a nada, también es cierto que el músico cofrade, o al menos así opino yo, cuanto se apunta a su banda adquiere un compromiso que debería ser capaz de cumplir y si no lo es, el mismo músico debería tomar conciencia y echarse a un lado sabedor de que esté faltando a dicho compromiso adquirido. Pero por alguna extraña razón que desconozco, el músico cofrade absentista medio (para abreviar lo llamaremos el paseatraje) no tiene conciencia alguna ni sentido de solidaridad para con sus compañeros, traducido que directamente se la suda todo: se la sudan sus compañeros, se la suda tirar por tierra el trabajo de los ensayos a los que no ha ido, se la sudan los contratos firmados, etc...

De ahí la pregunta: ¿Son los músicos cofrades -en su mayoría- unos personajes de nuestra Semana Santa comprometidos o no?

Lo arriba explicado puede dar la idea de que no. Yo mismo tengo esa impresión debido a mi propia observación, a la observación de los ejemplos que me pillen más cercanos, a la información que me llega, a lo que conocidos míos que son músicos cofrades (y es que por suerte -en unos casos- o por desgracia -en otros-, conozco bastante gente del mundillo, tanto en persona como por las redes), conocidos que en su mayoría hablan, y en muchos casos nada bien, de esta problemática en sus bandas, problemática que existe en más bandas de las que uno se podría creer pero que se intenta tapar todas por motivos más que lógicos: y es que, ¿qué Hermandad contrataría a una banda sabiendo que sus músicos no ensayan?

Pero las impresiones pueden ser erróneas, de ahí que estos últimos días, como habrán podido comprobar en mi cuenta Twitter, haya realizado una serie de encuestas para tomar aunque sea una muestra "a pie de atril", es decir, de otros músicos. He de decir que en las encuestas han participado una media de 70 personas por lo que el muestrario no es muy amplio pero creo que los resultados dados sí pueden ser bastante significativos y orientativos de la completa realidad.

La primera pregunta la encaminé a conocer datos sobre la asistencia en las bandas de los encuestados, encuestando sobre el porcentaje de asistencia, la cantidad de componentes sobre el total, que cumplían con el compromiso de asistir a sus ensayos de manera habitual. Estos fueron los resultados arrojados:
Sorprendentes, al menos para mí ya que como digo, en algo que no es obligatorio pero que para hacerse bien y por respeto hacia los compañeros y las Hermandades que te contratan requiere de cierta implicación y compromiso, estas cifras son llamativas cuanto menos.
Fíjense que lo más votado ha sido que la asistencia normal es de entre un 50 y un 70 %. Esto por ejemplo supone que en una banda de 100 músicos están asistiendo normalmente entre 50 y 70 componentes, cifra aceptable, pero, ¿qué ocurría con ese régimen de asistencia en una banda más pequeña? Pues estaríamos que en una banda de, por ejemplo, 70 músicos solo asisten entre 35 y 49, en una de 60 irían entre 30 y 42 o en una banda pequeña de pueblo de 55 estaríamos hablando de ensayos con solo entre 27 y 35 músicos.
Pero ahí no queda la cosa. La segunda opción más votada es la de que asisten a ensayar, ojo, menos del 50 % de músicos, es decir, menos de la mitad de una banda, menos de la mayoría simple.
Y sumando ambas opciones encontramos que ganarían por mayoría (68 %) las bandas que cuentan con menos asistencia, siendo solo 1 de cada 10, solo un 10 %, las bandas que habitualmente rozarían la plena asistencia, o sea, la minoría.
Considerando que las marchas actuales están pensadas para ser defendidas correctamente por, mínimo, unos 50 músicos, nos encontramos con que la mayoría de bandas su rutina se basa en ensayos más que deficientes.

Pero claro, uno puede pensar que sería incorrecto juzgar esos datos de no asistencia sin pararse a conocer o plantearse que puede haber causas que lo expliquen y lo justifiquen. A ello dediqué la segunda encuesta que dio estos números:
Y los resultados son más llamativos aun que los de la anterior encuesta. Nos encontramos con que una amplia mayoría, un 75 % de los encuestados, consideran que las causas de la mayor parte de estas ausencias no están bien justificadas (alguien me apuntaba en Twitter a excusas como el fútbol, el gym, etc...) o directamente ni lo están. De hecho esta es la opción más votada: un 40 % de los encuestados afirman que las faltas de asistencia en sus bandas están injustificadas.
En el lado opuesto, apenas un 25 % de los encuestados dan validez a justificaciones más lógicas y creíbles, sobre todo a las laborales. Solo un 6 % apuntan a que las causas son obligaciones familiares (y por obligaciones familiares obviamente nos referimos a causas creíbles -atender a algún familiar que no pueda valerse por sí mismo, enfermedad, defunciones, compromisos ineludibles como las BBC,...-, no a excusas como querer pasar más tiempo con la parienta, el cumpleaños del gato, ha venido un familiar de fuera -y aunque va a pasar aquí un mes yo quiero ir a verlo curiosamente en días de ensayo-, etc...), cuando no deja de ser curioso que es una de las justificaciones más esgrimidas por los paseatrajes de turno.
Uniendo estas dos primeras encuestas encontramos un panorama nada alentador: estaríamos hablando de que una elevada cantidad de músico no asistirían a sus ensayos y además faltan sin motivación seria alguna, es decir, una evidente falta de compromiso de una gran parte de personas que forman parte de este mundillo y no solo eso, sino que lógicamente son personas que están perjudicando el trabajo y la imagen del resto sin importarles lo más mínimo. Egoísmo en su máxima expresión.

¿Cuáles son las causas de todo esto? ¿Por qué sucede así? Cabría preguntarse. Cuando se habla de la corrupción, por ejemplo, se suele apuntar a la laxa actitud de la justicia para combatirla y a la impunidad de los corruptos, en resumen, se achaca a que los que mandan no son rigurosos. Por eso la tercera encuesta la tiré en ese sentido: qué hacen las bandas, o qué no hacen, para evitar el absentismo de sus músicos. Los resultados:
Y volvemos a tener una imagen que nos dice mucho: solo un 24 % de los encuestados afirma que sus bandas sí toman medidas contra las faltas de asistencia -injustificadas, claro está- de sus músicos.
El resto, un 76 %, piensa que o no se están tomando medidas correctas porque o bien no se cumplen, o bien no se aplican con un criterio igualitario, o directamente es que no se toma ninguna medida . Es decir, todas las opciones que nos dejan ver que o hay músicos impunes y/o se está dando a entender al resto que se puede faltar cuando se quiera porque no tendrá consecuencias.
Desolador. ¿Por qué permiten las bandas dicha impunidad cuando es claramente más contraproducente y destructivo que constructivo, que es algo que para nada beneficia a los intereses de nadie, salvo del que falta? La verdad es que dudo que alguien tenga respuesta a esto. En mi cabeza personalmente por lo menos no cabe esta situación, no comprendo por qué se hace. Quizás por eso cada vez creo menos en lado humano de este mundillo, por eso creo que mientras siga así nunca me dignaría a fomar parte de él y me centro más en solo disfrutar de la música, de las obras musicales, sin más.

Para terminar la cuarta pregunta la dediqué a ver las franjas de edad más representativas en la música cofrade ya que una de las cosas a las que se achaca esta falta de compromiso es a la falta de valores entre la juventud de hoy en día. Los resultados fueron:
Y sí, ciertamente como refleja la encuesta, las bandas cofrades al parecer están formadas en su mayoría por gente joven, por debajo de los 30 años, con una gran presencia de adolescentes y hasta menores. Pero en este caso dudo de la correlación de esto como causa del absentismo, la pérdida de valores creo que es común a toda la sociedad actual y si pudiéramos preguntar estoy seguro que el absentismo del músico cofrade será igual tanto en músicos mayores como en jóvenes.


Bien, hasta aquí los resultados de esta especie de "estudio". La verdad no quisiera exponer mis conclusiones generales (que las tengo) a estos resultados porque, primero, creo que son conclusiones que saltan a la vista y que muchos seguramente coincidiremos en ellas, y segundo porque habrá quienes lleguen a otras conclusiones o encuentren otras causas para explicar este fenómeno.*
* Por ejemplo, ¿tendrá algo que ver la minusvaloración económica de las Hermandades hacia las bandas no grandes? Es decir, esto vendría a ser como cuando haces algo bien pero nadie te lo valora y acabas perdiendo el interés y lo haces a desgana y mal, ¿responden los músicos así a que su trabajo no se valore desde sus contratantes y sus directivas?. 
O incluso lo opuesto: se ha mimado demasiado, se le ha aumentado demasiado el ego a algunos músicos cofrades que no son capaces de tener los pies en la tierra y al creerse superiores se creen con el poder de hacer lo que se les venga en gana.
Sería interesante ver si hay correlación con estas cuestiones también.

Lo cierto es que los resultados no son nada alentadores y no hablan muy bien de la imagen que da y que podemos tener del músico cofrade. ¿Es una imagen acertada? ¿O se ve empañada precisamente por estos garbanzos negros? Lo único seguro es que el absentismo entre los músicos cofrades causa un gran daño a la música cofrade, a su correcto desarrollo y que parece ser que no se está haciendo lo correcto por evitarlo.

14 de julio de 2017

Bandas infravaloradas: Polillas de Cádiz o la miel que no todos saben degustar

Tenía pensado en esta serie de bandas infravaloradas comenzar a seguir un orden AM-CT-BM, por lo que ahora hubiera tocado hablar de una Banda de Música, pero apremia la actualidad y la actualidad nos ha dejado una imagen que, no por ser ya demasiado frecuente, no deja de resultar sorprendente, y más si cabe cuando sucede por partida doble.

Y más extraño aun es que suceda en Cádiz. Cádiz, la Tacita de Plata, la salada claridad, la ciudad más antigua de occidente, la cuna de la libertad y del flamenco, la de los poetas de febrero, la ciudad que quizás tiene la mayor acumulación de artistas por metro cuadrado pues en ninguna ciudad se sacan tantas pequeñas obras de arte efímeras que conjuguen música, poesía y escenografía año a año. La ciudad también de la mejor afición futbolera que resiste con pasión a este fútbol moderno (¿quién al que le guste el fútbol, sea del equipo que sea, no siente simpatía por ese Cádiz -oé-?).
Esa Cádiz también cofrade: la Cádiz de los cargadores, la de la devoción de los humildes viñeros a su Virgen de la Palma aquella que dicen que paró un maremoto, de su Virgen del Rosario "la Galeona", o de ese Nazareno que vive en Santa María y al que los gitanos cantan por la cuesta de Jabonería (mira, un pareado, la poesía se pega cuando se habla de Cádiz), el mismo humilde "Greñúo" ante el que incluso los poetas más ateos son capaces de rendir homenaje en sus coplas porque no dejan de ver en Él a la devoción de su pueblo, de su gente.

Como digo, es más extraño pues Cádiz de Puertas de Tierra para acá siempre se ha visto como una tierra que defiende a ultranza lo suyo, baste ver sus carnavales cuyo concurso es inexpugnable para los de fuera (este año por ejemplo) o la férrea defensa a la carga tradicional en Semana Santa hasta llegar al punto de algunos elementos incluso abuchear a aquellos pasos que se salgan de esa "norma".
Y sin embargo, teniendo dos de las mejores bandas cofrades del panorama como son Rosario y Polillas, solo aparecen brevemente en su Semana Santa acompañando (de momento) a solo un paso cada una.

La última que se ha quedado en esta situación recientemente, y que creo merece una entrada aquí (porque es imposible decir que Rosario esté infravalorada), es la Agrupación, Agrupación Musical de la Asociación de Antiguos Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil de Cádiz, o lo que es lo mismo, "Polillas", apodo que tradicionalmente reciben estos alumnos (dato estilo trivia: al parecer porque el primer colegio de la Guardia Civil estuvo en una antigua fábrica de paños) y apodo que esta Agrupación Musical tomó como nombre desde 1991 y con el que es conocida para muchos cofrades, aunque quizás para no tantos como debiera.
Con una calidad musical impresionante y una afinación musical exquisita, Polillas es de las pocas bandas de Cristo que podrían presumir de hacer Música pero con la primera en mayúsculas (porque, diferenciemos, todas las bandas hacen música -un profesor me enseñó una vez que hasta un golpeo rítmico de un palo es música- pero no todas saben hacer Música).
De hecho, y de ahí como titulo el artículo, personalmente a mí me gusta hacer ese paralelismo equiparando la música de Polillas a la miel: un sonido dulce, afinado, de gusto suave, reconfortante (e incluso a veces también empalagoso, todo sea dicho), potente cuando tiene que serlo pero sin pasarse,... Es un sonido sacado a base de esa casi perfecta afinación, del uso no estridente de los instrumentos (hay bandas, ahora que hablamos de Cádiz, que aquello de "los perros dicen guau y los gatos dicen miau" no se lo saben y en lugar de eso practican que los instrumentos graves hacen "guaaAAUUuuu" y los agudos hacen "miaaAAUUuuu") y, cosa que tampoco hacen muchas bandas, del uso correcto de la instrumentación. Polillas, por ejemplo, fue, no sé si de las primeras en usarlo pero sí de las que lo popularizaron, el uso del fiscorno (también escrito fliscorno) como instrumento melódico y no solo para construir armonías, lo que dota a algunas de sus marchas de una sonoridad bastante propia y original, es de las bandas que también ha sabido sacar mejor partido al timbre de los bombardinos (el bombardino, ese instrumento que muchas bandas todavía no saben cómo usar bien, entre las que lo relegan a un mero instrumento para hacer los bajos junto a las tubas, las que lo tocan como si fuera un trombón perdiendo toda la calidez de su sonido y las que lo usan como si fuera una trompa cuando no siempre puede/debe cumplir ese papel) y recientemente creo recordar que han incluido trompas con también buenos resultados.

A esa calidad musical se une un repertorio propio bastante bueno que ha quedado reflejado en sus 6 grabaciones discográficas, un repertorio en el que quizás destaquen 3 compositores como los que han marcado el sello Polillas ya que prácticmente son los que mejor se pueden adaptar a esta forma de tocar: Pedro Pacheco, José María Sánchez Martín y, sobre todo, Manuel Herrera Raya, este último el compositor quizás más olvidado en música de Cristo y que en su binomio con Polillas ha dejado títulos como El Duelo, Vera Cruz, Sentir Sevilla, Mater,... amén de Polillas ser de las últimas bandas que han interpretado temas como Fons Vitae (este último, según su web, no sigue en su repertorio, con lo cual se puede considerar "extinto" en el panorama de las Agrupaciones actuales) o Transitus Domini, la cual sí mantienen y es una delicia escuchar de esta banda.
El único parche a este repertorio y esta música es el habitual en esta clase de bandas: las bastardizaciones de los clásicos perpetradas por estos mismos compositores que han transformado a clásicos como Alma de Dios, Perdona a tu pueblo o Santa María de la Esperanza en "cosas" a veces irreconocibles.

Como digo arriba, hago el paralelismo de que la música de Polillas es como la miel. ¿Y qué pasa con la miel? Que no se hizo para la boca del asno.
En una Semana Santa en general donde triunfa bastante la mediocridad, donde triunfa un regusto efectista por encima de un gusto por la exquisitez o la calidad, donde mandan las modas globalizadas de la Semana Santa 3.0 exportadas de un ficticio modelo por cuanto Youtube e Internet en general lo han exagerado,... en esta Semana Santa de hoy día, bandas como Polillas parece que no tienen cabida por cuanto no dan lo que gusta a los 4 paletos que desgraciadamente hoy suponen los grupos de fuerza en las cofradías, a saber, comandados por el martillo y el costal y por Juntas de Gobierno protagonistas y poco formadas que gustan de dar el cante, y seguido a veces por el interés económico y esas bandas regaladas que empiezan por devaluarse a sí mismas para terminar devaluando al resto.
Entre unos y otros factores, Polillas, que venía de tener creo recordar 5 Hermandades en su ciudad (Borriquita, Nazareno del Amor, Aguas, Huerto y Expiración) para 2018 tendrá solo uno y a saber si como están las cosas no les queda ninguno. Y de ellos dos fueron cambios a sendas Agrupaciones Musicales y no consecutivos (en 2016 "pierden" el Huerto y para 2017 Expiración) algo medio normal. Los que no parecen serlo son los dos cambios que han sufrido de cara a 2018 y en una secuencia de unas pocas semanas cuando tanto el Nazareno del Amor como las Aguas anuncian no renovar a Polillas para sustituirlas, no por otras Agrupaciones, sino para cambiar diamentralmente de estilo al de Cornetas y Tambores. Y es que, partiendo primero de la base siempre de que ninguna Agrupación o Banda está por encima de una Hermandad ni deba tocar por decreto por muy duradera que haya sido la relación hasta entonces, pero ¿qué lleva a, no ya una sino a dos Hermandades a sustituir una banda de primera fila con un sello propio y una calidad indiscutible por bandas de otro estilo que, por muy buenas que sean, no son de un nivel equivalente? Y no solo eso sino ¿qué las lleva además a optar por bandas que son no son conocidas precisamente por tener personalidad propia? La respuesta es lo dicho anteriormente: las modas, la globalización cofrade, los grupos de presión y las Juntas que se dejan llevar por las corrientes y/o intentan ser lo que no son (¿o no es llamativo que las Aguas de Cádiz cambie a una banda estilo Tres Caídas justo cuando la banda trianera precisamente está ya completamente asentada en su homónima de Sevilla cuyo misterio representa lo mismo?).

Nos queda un caso entonces en el que la banda es infravalorada pero no por recibir poca valoración sino por una excesiva sobrevaloración de lo que la rodea que deja a Polillas, y a muchas otras que están en situaciones similares, en un nivel injustamente inferior a ojos del cofrade medio. Esos cofrades medios que por alguna extraña razón valorarán más estar a la última al precio que sea. Como si alguien tiene, pongamos, un bolso Gucci de marca pero un día se ponen de moda los bolsos Louis Vuitton y cambia su Gucci de marca por un Louis Vuitton de los chinos solo por aparentar, solo por ir a la moda. Cosas inexplicables para una mente racional.

Pero no todo en el monte será orégano y Polillas puede sacar una importante lección de esta situación del mismo modo que Redención de Córdoba en su día la sacó cuando le pasó algo similar, especialmente tras el síndrome post-Magna: Polillas descubrirá (y por lo visto así lo afirman desde su directiva) que fuera de Cádiz habrá muchos cofrades deseosos por aprovechar la oportunidad que se les habrá presentado de poder contar con una buena banda que de repente ha quedado libre, Polillas ha sabido gracias a las muestras de apoyo recibidas que sí cuenta con la valoración de los amantes de la buena música y, cuando estas modas mueran y haya quien se pueda arrepentir de lo decidido tan impulsivamente, quizás como le pasó también a Redención no recuperarán todo lo perdido, pero sí se verán reforzados por la situación y podrán alzar la cabeza porque, pese a todo, no han tenido que disculparse ni renunciar por hacer la música que hacen, como ellos la sienten y con ese respeto y cuidado que transmiten con ella.
El tiempo, en resumen, acaba poniendo todo en su lugar.

Puntos a resaltar: el cuidado y atención a la musicalidad. Una apuesta musicalidad reforzada además por un buen repertorio propio en su mayoría, a veces con apuestas bastante arriesgadas en cuanto escapan a la sonoridad habitual para estos conjuntos de viento-metal. Polillas dignifica, de hecho, a todo el conjunto de "brass bands" cofrades (Agrupaciones y Cornetas para que nos entendamos) al demostrar que es posible tocar en viento-metal sin ser estridente.

En su contra: las bastardizaciones de algunas marchas clásicas...ufff. Arreglar no debería ser transformar una marcha en una cosa completamente distinta a lo que es porque entonces ya nos pasamos al terreno de las versiones. El apellido, como suelo decir, siempre pesa. Ser Agrupación Musical por lo visto este año se ha convertido en un nuevo handicap.

3 de julio de 2017

Decálogo del buen músico cofrade

Viendo los tiempos que vivimos y los tiempos que vive la música cofrade, tan alejada de sus principios y de su esencia al calor de la fama, la notoriedad, los likes, retuits, visitas y seguidores. ¿Por qué no proponer este decálogo para que, sin perder todo lo que se ha evolucionado para bien, volver a aquella esencia del buen músico cofrade de antes?


Decálogo del buen músico cofrade

-Ve a los ensayos e intenta aportar en todo lo que puedas.
No te fijes en quienes no lo hacen ni hagas lo mismo que ellos porque entonces te estarás poniendo a su misma altura y nunca lograréis nada. Tampoco pienses tan a la ligera que otras bandas, especialmente las grandes, son diferentes a la tuya: una banda grande no ha llegado hasta ahí de casualidad sino, precisamente, con años de esfuerzo y de trabajo, hasta la banda más grande empezó desde abajo. Nada se logra sin esfuerzo.

-No te quejes, opina.
Si crees que algo no se está haciendo bien en tu banda háblalo con la directiva, pero nunca critiques por la espalda pues solo lograrás crear mal ambiente y envenenar al resto haciendo que las cosas vayan peor. Habrá veces en las que te sorprenda que no todo es como lo parece y ahorrarás frustraciones innecesarias por malentendidos. Si aun así la cosas de verdad no se están haciendo bien y la directiva se niega a mejorar, igualmente no te quejes, actúa, pero siempre pensando en el bien de la banda.

-Antes de criticar el trabajo de los demás piensa si cualquier otro o tú mismo podríais hacerlo mejor.
Si no es así, deja trabajar a quienes mejor lo sepan hacer o de lo contrario no estarás sino remando en contra de los intereses de tu banda.

-Sé realista con tus aspiraciones o las de tu propia banda.
Es bueno intentar superarse para crecer, pero también hay que pensar que lo que no se puede, no se puede, pues tú y tu banda tenéis unas limitaciones. Por ejemplo: si estás empezando a tocar, no pretendas tocar bien en dos días. Si a nivel musical todavía no estás preparado, no pretendas que te suban de voz aunque lleves muchos años tocando. O si tu banda no tiene nivel suficiente, no pretendáis montar la última marcha de moda de una banda grande que sí lo requiera. Los resultados por no ser realistas pueden ser desastrosos.

-Una banda es un grupo, y su calidad debe residir en el grupo.
No pienses, ni consientas que alguien piense, que dentro de una banda hay categorías o clases, evita los endiosamientos y los egos que solo traen problemas y generan conflictos. Nadie es imprescindible pero todos son importantes: un bombo es igual de importante que el solista pues sin bombo no se marcaría el ritmo, un director debe ejercer su liderazgo pero sin músicos a los que dirigir no es nadie y una directiva podrá lograr todo lo que quiera y lucir los galones que quiera que sin un grupo detrás que trabaje no lo podría conseguir. Simplemente recuerda esto: si la banda funcionaba antes de que tú y/o ellos estuvieran, ¿por qué crees que no va a seguir funcionando?

-No traslades lo personal a la banda.
Por ejemplo si algún compañero no te cae bien, sea cual sea el motivo, no lo airees ni dejes que interfiera en la convivencia del grupo, o si tú tienes conflictos con otras personas o grupos de personas fuera de la banda, que estos no se trasladen a ella también. En una banda se está para tocar, para hacer música y, aunque el compañerismo sea también importante, más lo es propiciar un buen ambiente. Prohibido por supuesto hacer "conjuras" con otros para quitarse de en medio a quien os sobre solo por caprichos personales, con esa conducta solo lograrás dos cosas: que tu banda pierda a músicos que a lo mejor están aportando mucho y que tu banda adquiera fama de tener mal ambiente, con la consecuente posible pérdida de posibles componentes o hasta contrataciones.

-Si piensas dejar tu banda, especialmente si es para irte a una más "grande" que la tuya, asegúrate que lo haces con una motivación seria.
De lo contrario piensa, ¿por qué eres músico cofrade? Si lo eres por Fe, el Cristo/Virgen que acompañe una banda grande representa al mismo Cristo/Virgen de tu pueblo. Si lo eres por hobbie, ¿qué más te da practicar tu hobbie en un sitio o en otro? Si por el contrario lo que quieres lograr es notoriedad y fama, y por eso te quieres ir, replantéate si de verdad te puedes considerar músico cofrade.

-Respeta siempre cualquier compromiso al que acuda tu banda.
Habiendo siempre un contrato de por medio, sea en una pequeña aldea como en una capital, sea una Hermandad centenaria con pasos dorados como una joven con pasos provisionales, el contrato supone una relación formal y seria y, por tanto, merece el mismo tratamiento.

-Del mismo modo que debes respetar, hazte respetar a ti mismo, a tu trabajo y el de tu banda.
No apoyes que se toque gratis o por menos valor del que corresponda, no juegues sucio con otros compañeros músicos que trabajan lo mismo que vosotros, evita ridículas guerras por foros y redes sociales que no llevan a nada más que a dañar la imagen del músico cofrade. Si como músicos cofrades y entre músicos cofrades no se dais a valer ni hay respeto, ¿cómo se puede esperar que una Hermandad sí os vaya a dar ese trato?

-Y quizás lo más importante de todo: nunca estés donde no quieras estar.
Trabajar por tu banda está bien y todo lo anterior dicho es importante, pero lo principal es sentirse bien con uno mismo como persona. Si la banda donde estás te supone un refuerzo negativo en tu vida, si no estás disfrutando, si no sientes la empatía de tus compañeros y el ambiente se te hace insoportable, si estar allí te supone disgustos mas grandes que las satisfacciones o incluso si estás sintiendo que ello afecta a tu salud psicológica, emocional y hasta física, tal vez sea hora de dejarlo. Una retirada a tiempo a veces es mejor que una victoria y ahí no se acaba el mundo: en ocasiones pierde más quien no hizo nada por ti a cambio de lo que tú hayas dado por ellos.

2 de julio de 2017

Bandas infravaloradas: Bomberos de Málaga, una Madre y Maestra sin corona

Vivimos en un mundo globalizado, eso es así. La era de la "comunicación" y de la "información" (que a veces es más incomunicación y desinformacíón que otra cosa) ha permitido que prácticamente en la palma de nuestra mano tengamos acceso al instante a cualquier parte del mundo. Y algo que se supone que debería haber traído ventajas por eso de conocer otras culturas, otros mundos, y que nos debería ayudar a enriquecernos, en realidad nos está empobreciendo, aculturando, perdiendo a veces lo propio en detrimento de cosas exportadas porque están de moda (normalmente exportadas del modelo capitalista yanki que se ha convertido en estereotipo de lo occidental, a pesar de que los españoles, por ejemplos, somos más mediterráneos y latinos). Es lo que pasa, por ejemplo, con el asunto de como Halloween desbanca nuestras tradiciones de Todos los Santos, o incluso en el día a día: en el idioma que se ha llenado de anglicismos innecesarios solo porque suenan más "cool" (ahora los corredores son runners, los gestores de redes son community managers, y los entrenadores son coach), los niños celebran sus cumpleaños en cualquier establecimiento de comida rápida de cuyo nombre no quiero acordarme, etc...

¿Por qué esta introducción? Al igual que la propia sociedad, el mundo cofrade (que al fin y al cabo es fiel reflejo de ésta), también está sufriendo su globalización propia. Es la Semana Santa 3.0 de las redes en la que, si la globalización mundial exporta el modelo "norteamericano", la globalización cofrade está imponiendo el modelo más mediático que no es sino una especie de modelo sevillano-trianero, un modelo del que, curiosamente, se está tomando solo lo estético: musical, andar de los pasos, estética artística,... (lo de volcarse con las Hermandades o la devoción hacia los titulares, ya tal). Una globalización que creo, sobra decir, está empobreciendo e incluso eliminando características propias de algunas Semanas Santas que, hasta hace nada, tenían rasgos personalísimos que las hacían bastante interesantes y diferentes (y lo que nos esperará, no pasarán muchos años para que veamos costaleros por Málaga y Cádiz, o a las Angustias de Córdoba con cornetas y tambores a lo Baratill...Oh wait, que esto ya ha pasado).

La globalización cofrade ha hecho que la más mediática Semana Santa (Sevilla) sea referencia única para todo cofrade "new age" que se precie y sumado a la ignorancia de la población media, unido a los mantras y dogmas repetidos por algunos escritores y pseudohistoriadores que han barrido para casa, ha hecho que también se cometan injusticias como la que se comete con la banda que protagoniza esta entrada.
Y es que todo el mundo conoce a Escámez, todo el mundo conoce o sabe nombrar alguna de sus marchas (habría que ser witto nivel leyenda para no hacerlo), pero pocos atribuyen el surgimiento del estilo, que irónicamente la prensa morada hispalense siempre ha querido imponer como el "estilo tradicional sevillano", el de cornetas y tambores, a sus verdaderos creadores.
Máxime ahora, en el que la moda de la vuelta a lo "rancio" ha vuelto a poner en valor los sones clásicos y las bandas "pastiches" que quieren imitar lo antiguo (tipo Esencia o Veterana), pero todo el mundo cuando habla de Cornetas y Tambores le da todo el mérito a una banda sevillana, la de la Policía Armada, cuyo mérito digamos (vamos a destruir mitos, así que abro paraguas por la que me pueda caer) no estuvo sino en, mayormente, copiar las partituras de otra procedencia, meterles una nueva voz, interpretarlas de otra forma, y renombrar o rededicar dichas partituras para hacerlas pasar como dedicadas a la ciudad. Y no, no fueron estos los precursores.

Dicho mérito se le ha arrebatado históricamente (una injusticia que, personalmente, todavía no se ha reparado) a la que es la verdadera Madre y Maestra: la Banda de Cornetas y Tambores del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga. Fundada en 1911 (por lo que es centenaria), en ella recaló el mencionado Alberto Escámez y para ella, y para la Semana Santa de Málaga se compusieron las que, por lo que se tiene constancia, son las más antiguas marchas de bandas de cornetas y tambores para la Semana Santa.
Y es que hasta entonces las bandas de cornetas, también referidas como "bandas de guerra", que acompañaban a algunos pasos, eran bandas de cuerpos militares (o de estructura militar) y su repertorio se limitaba a los toques propios de dichas bandas, y solo las bandas de plantilla completa ofrecían ya bastantes ejemplos propios de marchas realizadas expresamente para las procesiones. Bomberos, es entonces, el surgimiento de todo esto de las cornetas, sin ellos hoy no existirían los Larrys, Manus, Kinis, Gitanos ni compañía no tendrían la popularidad que tienen, sin ellos todos esos wittos que curiosamente hoy desprecian las marchas clásicas no tendrían sus ansiados objetos de deseo,... Aunque bueno... viendo estas razones más que dar gracias y reconocer sus méritos a esta histórica banda quizás habría que hacer todo lo contrario, porque vaya legado el actual de las cornetas y tambores.

Fuera de bromas, sé que muchos dirán que en lo musical Bomberos no está a un nivel especialmente alto como para hacerles una entrada en este espacio de Bandas infravaloradas. Pero, ah amigos, esto se llama bandas infravaloradas, así en general, y Bomberos por las razones escritas arriba es una Banda infravalorada porque actualmente no se le reconoce en toda su magnitud su papel fundamental en la historia de la música procesional (baste ver que algunos de esos méritos se le dan a la Policía Armada por el mero hecho de llevar el apellido "Sevilla").

Aunque aquí tampoco nos quedamos solo con su historia y su papel pasado. Bomberos es una banda que tiene algo que la hace única: lo auténtico, la originalidad.
En unos tiempos en los que lo clásico se ha estado revalorizando, en la que bandas como Esencia, Centuria Macarena o Veterana reciben buenas críticas por ese regusto antiguo, Bomberos (como le pasa a Santa María Magdalena de Arahal) ante ellas representa una mayor autenticidad en cuanto a que no han cambiado su esencia. Todas esas bandas que rescatan lo antiguo siempre van a llevar un arreglo, un algo que desvirtuará (por mucho que no se intente) el sonido auténtico, mientras que los malagueños siguen interpretando partituras de Escámez, Zueco Ramos, Puyuelo, casi tal y como salieron de las mentes de sus creadores y con la forma de interpretación original (un ritmo algo más ligero por ejemplo). Por hacer un símil, actualmente (y más con las tecnologías actuales) se podría hacer una copia perfecta del David de Miguel Ángel o de la Gioconda de Da Vinci pero por muy perfecta que sea la copia, nunca serán la original, nunca tendrá esa aura.
Un hecho que, en una época donde cualquier compositor endiosado se cree con derecho a violar a base de arreglos una partitura original bajo la manida excusa del "estilo", gana el doble de puntos, y es que la música es arte y, como en el arte añadiendo a lo que indiqué arriba, una pintura original siempre valdrá más que una copia y muchísimo más que una versión actualizada de la misma (una Gioconda con bigote, salvo que seas Duchamp, no valdría nada), por mucho que a cualquier cani silvador que se piense que un conservatorio es un nombre fino para llamar al frigorífico opine lo contrario.

Así que, desde aquí, reclamar créditos a quien lo merece. Es una pena que apellidarse "de Málaga" y no "de Sevilla" apee a esta banda del lugar que le corresponde en la historia. Aunque más triste es que en su Málaga natal quizás tampoco se les valore pues tengo entendido que allí Bomberos no es más que considerada banda de cabecera o traslados, máxime cuando en la actualidad musical cofrade malagueña parezca haber tronos y Hermandades dando tumbos sin saber encontrar un estilo musical.

Puntos a resaltar: autenticidad. Fidelidad a sí mismos. En unos tiempos en los que se imponen las modas, en los que las bandas se dopan de instrumentaciones y voces y a pesar de ellos no dejan de llamarse falsamente "de cornetas y tambores" (la gran mentira de la música cofrade de nuestro tiempo), tiempos en los que lo fácil sería dejarse llevar por la corriente aun a riesgo de perder tu personalidad,... Es en estos tiempos cuando ser uno mismo supone perder contratos, no ser contratado, no ser seguido en masa, la personalidad es un valor añadido.

En su contra: el apellido Málaga. Que la historia de la música procesional se escriba desde Sevilla (recuerdo a la discográfica Pasarela donde trabajaba un tal Muñoz Berros, supuesto "erudito" de la música procesional para bandas de Cristo, poner en sus discos marchas de Escámez bajo falsas dedicatorias a Sevilla, o a webs de Hermandades incluír en su patrimonio musical dichas marchas por ejemplo http://hermandaddesanbenito.net/archivo-musical) y, por tanto, se escriba acorde a sus intereses. Que la propia Málaga la considere como banda de cabecera no ayuda sino a devaluar a sus conciudadanos. Una pena, nadie es profeta en su tierra, ni siquiera si eres el germen de toda esta locura en la que se han convertido las bandas de cornetas.