26 de noviembre de 2016

Solución al primer juego de los títulos: esta semana el título "Oculto"

Bueno, pues la semana pasada os proponía en Twitter este juego sobre adivinar si determinados títulos responden a una marcha procesional, a una película (pensaré en incluir más cosas además de cine) o si respondía a ambos.

Estrenábamos el juego con el título "Oculto", y los resultados de la encuesta en Twitter han sido estos:
 Como podéis ver ha estado la cosa reñida, ¿eh? Pero ha habido una opción ganadora que es la que habéis marcado que "Oculto" es el título de una marcha procesional, que ha ganado por dos votos de diferencia.

Y la respuesta es..... que habéis acertado.... PERO NO.

Efectivamente, "Oculto" es el título de una marcha procesional del autor Sergio Larrinaga (aunque el compositor, más de una vez autodeclarado ateo, la denomina "poema sinfónico" no sabemos si para eludir el religioso término "procesional"). Estrenada en febrero de 2015, hace referencia a la historia de cómo el Santísimo Cristo de las Tres Caídas fue salvado durante la Guerra Civil al ser ocultado y está dedicada a la persona que por lo visto lo hizo posible. La historia tiene su fundamento, pero el título es el típico título llamativo pero minimalista de estos que se está poniendo de moda en los últimos años...



...y también parece ser que los compositores de hoy en día beben de muchas otras fuentes como el cine (y no, no es momento de hablar de las "inspiraciones" de Jorge Águila) porque como digo la respuesta más votada es errónea ya que "Oculto" es también... EL TÍTULO DE UNA PELÍCULA, por lo tanto la respuesta correcta era: Ambos son correctos.
Del año 2005 (es decir, 10 años anterior a la marcha) "Oculto" es un film español de Antonio Hernández y que habla sobre el mundo esotérico de los sueños o algo así (no la he visto, solo he leído la sinopsis).
En 2015 saldría también una película americana titulada Hidden (en inglés también significa oculto) aunque para evitar la confusión en España se mantuvo si título añadiendo "Terror en Kingsville".

Como vemos en esto de los titulitos supuestamente cofrades, la realidad puede superar a la ficción, cuando no mirarse en ella, y a veces una visita al videoclub o a Filmaffinity (de donde está sacada la imagen, créditos a ellos) te puede salvar cuando no sabes qué título poner, aunque estas cosas nunca quedan...en "oculto".

Os dejamos ya el título que preguntaré esta semana, el juego será con el título "El Hijo de la Paz". Votad lo que creéis que es (y recordad que para una mayor veracidad de la encuesta es mejor votar sin usar Google, pillines):

23 de noviembre de 2016

Santa Cecilia, un patronazgo "erróneo"

Cecilia de Roma, Virgen, Santa y Mártir.
Durante el día de ayer 22 de noviembre se ha celebrado el día en honor a esta Santa del martirologio cristiano, tal y como nos han venido a recordar los miles de tuits, fotos, frases, y cuentas de músicos cofrades a los que de repente les ha venido el subidón de sentirse músicos.

Y yo, que soy un poquito "tocapelotas" y me gusta eso  de "contarle a los niños que los Reyes son los padres" (no, esto no lo he hecho nunca, no soy tan malo, solo lo pongo como sinónimo de derribar mitos) pues vengo a desmontarles a nuestros queridos musifrades ese mito: Santa Cecilia, tal y como la conocen, no existió.

Así es, y de hecho está plenamente aceptado este hecho por la propia Iglesia Católica y no desde hace poco, sino que se sabe desde hace siglos, pero ahora explicaré lo que pasa:
No niego, no se niega con esto, que existieran los martirios de cristianos en época romana. Si algo tenían los romanos era una burocracia y algunas fuentes documentales que nos han dejado algunos testimonios de la realidad de aquello (cabe matizar aquí que los cristianos en Roma no eran perseguidos por su fe, como nos dicta la creencia, Roma permitía en sus territorios otras religiones siempre y cuando se siguiera rindiendo tributo al emperador y al Imperio, los cristianos se negaban al reconocer en Cristo como único "emperador", por lo que si se ordenaba la ejecución de cristianos que hicieran pública su fe es por motivos, digamos, más políticos que religiosos). Lo que no sabía de aquellos mártires eran sus nombres: las leyendas y la tradición hicieron esa parte.
Y es que, cuando el cristianismo fue "liberado" en tiempos de Constantino I (Edicto de Milán, 313) y el cristianismo salió de las catacumbas para comenzar a tener sus propios espacios de culto, éstos comenzaron a relacionarse con enterramientos de dichos supuestos mártires o con sus lugares de martirio, dando lugar en los albores de la Edad Media a una auténtica fiebre por la búsqueda y veneración de las reliquias. Toda Iglesia quería tener su reliquia, si era de un mártir en tiempos de Roma, mejor. Todos los pueblos, todos los barrios, todos querían tener su propio santo, y comenzaron a surgir leyendas, a veces incluso sobre restos aleatorios, sobre supuestos mártires, cuyos relatos curiosamente en muchos casos recogen elementos comunes.
Quizás de esta forma "nació" Santa Cecilia de Roma. No hubo ni se ha encontrado constancia de la existencia real de una Cecilia de estas características en el siglo II-III, cuyas narraciones más antiguas se remontan a unas "Actas" dos siglos posteriores a su supuesta existencia (480, siglo V) y cuya historia no sería "hilada" hasta siglos más tarde. Según la historia Santa Cecilia era una joven romana, de origen noble, que se convirtió al cristianismo, entregando su virginidad, y fue martirizada degollada, y en su martirio hubo un hecho milagroso, y fue enterrada en las catacumbas, y su tumba fue descubierta, y etc, etc...
Es decir, el típico relato estereotipo para las invenciones de los mártires de época romana: en el caso de "ellas", chica joven, normalmente de origen noble, convertida, virgen y mártir, a veces al negarse a entregar su virginidad a un pagano (véanse las historias de Santa Catalina, Santa Lucía, Santa Bárbara, o casos más "locales" como Santas Justa y Rufina en Sevilla o Santa Victoria en Córdoba), y en el caso de "ellos", chico igualmente joven, a veces soldado, convertido, martirizado por no rendir culto al emperador (véase San Sebastián, San Acisclo, etc...).

Santiago de la Vorágine, en su Leyenda Dorada (siglo XIII) fue el que "completó" la leyenda, de cuya narración además vendría el hecho de hacer a esta supuesta Cecilia patrona de la música.

Pero lo más evidente, visto lo común de este tipo de relato, es que no existiera esta mártir como tal. Su nombre Cecilia (Caecilia en latín), de hecho, parece derivar de la palabra ceguera (caecitas en latín), algo que resulta revelador si se tiene en cuenta que la primera basílica dedicada a esta Santa (Santa Cecilia in Trastévere de Roma) se levantó en el lugar o cerca de una divinidad romana que era considerada diosa de la salud, que curaba la ceguera, y de la castidad (para más paralelismo y evidencia, Santa Cecilia, que recordamos era casta, comparte el patronazgo de los ciegos junto a Santa Lucía).
Lo más probable es que Cecilia fuera el modo de aquellos primitivos cristianos de cristianizar y trasladar al santoral a esta diosa romana y a su lugar sagrado, superponiendo algo cristiano al vestigio pagano, como sucede en tantos otros lugares y así está demostrado (la propia colina Vaticana, sobre la que se levantó la Santa Sede, era ya desde tiempos de los etruscos un lugar de culto o sagrado, sede de un oráculo -de hecho el nombre Vaticano deriva del latín vaticinium).

No es de extrañar, como dije, que la propia Iglesia Católica llegara un punto que quisiera limpiar su santoral de muchas de estas invenciones cuando se celebró el Concilio de Trento (1545), en el que, entre otras cuestiones dogmáticas, se quiso establecer un canon sobre por ejemplo qué escritos e historias aceptar y qué desechar de toda esta tradición que no eran sino un vestigio de lo pagano, y de hecho muchos "santos" desaparecieron por no entrar en ese canon.
¿Por qué Santa Cecilia, viendo las evidencias, sí permaneció? Muy sencillo: a diferencia de otras devociones más localistas y que ya se habían perdido en el tiempo, el arraigo, la tradición, el culto hacia esta Santa y su difusión también en la literatura y las artes hacían imposible que Santa Cecilia desapareciera del santoral sin causar algún revuelo. De ahí que siga hasta nuestros días.


De como Santa Cecilia, esta Santa que probablemente no existió como tal o con ese nombre, fue convertida  también en patrona de la música, viene de otra invención, en este caso causada por un error. El citado Santiago de la Vorágine en su Leyenda Dorada del siglo XIII se dedicó a recopilar vidas de santos de fuentes documentales que disponía, para Santa Cecilia por ejemplo dispondría de alguna copia posterior de las citadas Actas de Santa Cecilia del siglo V. En dicha copia que consultara este escritor y fraile dominico decía algo así como que Cecilia (a su matrimonio) iba rodeada de instrumentos musicales, de ahí a considerar la relación de dicha Santa con la música, pero esto se debió a algún copista que cometió un error de interpretación o incluso un error del propio Santiago. Y es que lo que en la tradición venían siendo instrumentos musicales, manuscritos más antiguos de las Actas de Santa Cecilia han demostrado que se referían a instrumentos, sí, pero de tortura, ya que el pasaje hacía referencia a su martirio.


¿Un patronazgo erróneo?
Como veis titulo esta entrada de ese modo, pero no me refiero a que sea erróneo ni por la no existencia de una Santa Cecilia tal y como nos creemos por esta tradición (muchos patronos de otras cosas tienen historias similares y no por ello los considero erróneos), ni por su errónea vinculación con la música (quienes conozcan el santoral católico saben que hay patronazgos cogidos con papel de fumar).
De hecho, no reniego de que en el día de la onomástica de Santa Cecilia se celebre la música, y que siga siendo patrona de la música.

Entonces, ¿por qué digo que Santa Cecilia es un patronazgo erróneo? Porque entiendo a mi modo de ver erróneo que muchos músicos cofrades la consideren patrona y hoy se feliciten por ella, a veces rozando la más pura hipocresía
Santa Cecilia es patrona de los músicos cristianos, pero hay gente que hoy ha felicitado y han sido felicitados por Santa Cecilia que el nombre de "músicos" les viene grande y lo de cristianos lo llevan más por bautismo que por otra cosa.
Y es por ello que yo no felicitaría Santa Cecilia a tantos "músicos cofrades" que mientras el resto del año se están matando a piques absurdos, con fanatismos, tirando mierda a otros a los que no consideran compañeros sino rivales, hoy, como si Santa Cecilia fuera como el día del Navidad, todo sea "buen rollo" y felicidades.
Yo tampoco felicitaría Santa Cecilia de la manera hipócrita que lo hacen algunas Hermandades que, mientras el resto del año infravaloran el trabajo de las bandas pagando precios ridículos o aprovechándose de ellas en muchos casos para su beneficio (venga certamen benéfico -a beneficio de mi paso/retablo/manto/corona- por aquí, venga cruz de mayo por el bocata por allá) y a veces las bandas pareciendo que tengan que dar incluso las gracias porque "les han brindado un buen escaparate" (esto es especialmente en las ciudades y capitales).
De igual forma tampoco pienso felicitar a las bandas que entren a ese juego de tocar por dos peniques bajando su dignidad y enterrándola en las catacumbas de Cecilia, haciendo con ese juego que los precios bajen y por lo tanto perjudicando la valoración que se tiene de la música en el mundo cofrade y por ende a sus compañeros.
Ni felicitaría Santa Cecilia como esos compositores que violan como quieren las partituras de sus predecesores, en algunos casos hasta de difuntos, bajo la excusa del estilo, solo para saciar sus egos y llenar sus bolsillos aprovechándose de la música que otros hicieron.
Y ni mucho menos pienso felicitar a esos que se hacen llamar músicos pero que, ya no solo no saben dar una nota si no ven el número del pistón o el "semaforito" con la nota que es, sin saber diferenciar un La de un camión, ya no solo a esos que hablan de "drieros y trietos" en lugar de apoggiaturas o acciacaturas, ya no solo a esos que creen que un calderón es el estadio de Atleti y una negra con puntillo es una mujer un poco ebria, sino a los que, encima que no se preocupan por hacer buena música (aquí tengo que incluir a los paseatrajes que no van a ensayar, reventando el trabajo de sus compañeros con su falta de compromiso), no muestran respeto o se creen superiores a los que la estudian o se preocupan por querer entenderla (no todo tiene que ser en el ámbito académico), a veces usurpando los lugares de estos, o incluso, hay que decirlo, hasta se ríen de la música.

En resumen tantos y tantos musifrades que se hacen llamar erróneamente músicos cuando músico no es solo el que hace música, como tampoco me voy a cerrar a la elitista denominación que otros tantos quieren hacer de que músico es solo el que la estudia académicamente.
Un músico debería respetar a la Música, y hay "músicos" cofrades que no, no la respetan en muchos sentidos, por muy bien puestos que se quieran poner cada 22 de noviembre.

Es por ello que, para ellos, para ti si lees esto y eres uno de esos, Santa Cecilia no es vuestra patrona, lo siento. Quizás os venga mejor de patrón Judas, pero no Tadeo, sino el Iscariote, que va a vuestra personalidad más.

Y a los demás, a los músicos cofrades que sí respetan la música. A los que se paran a escucharla y no solo oírla. A los que la quieren y la tratan como el arte que es. A los que la miman. A los que buscan comprenderla. A los que la estudian y viven de ella y a los que sin hacerlo saben respetar y buscan aprender de ellos y sus conocimientos. En el fondo a los que la RESPETAN, a ustedes sí, FELIZ SANTA CECILIA (aunque sea con retraso).

4 de noviembre de 2016

Música para el recuerdo: marchas dedicadas a la memoria de los que ya no están para el mes de difuntos (Bandas de Música, parte 2ª)

Continuamos con la segunda parte de este "especial" por el mes de noviembre.

Una última muestra de amor:

Si hay algo comparable al amor que se siente hacia unos padres y a la tristeza por su pérdida quizás sea la pérdida de un ser amado. Quién que no haya padecido una ruptura amorosa, el saber que ya no estarás con una persona amada y pueda decir lo que se sufre, podría no imaginar el sentimiento de tristeza que produciría perder para siempre a esa persona y no solo su amor. La música también ha sido vehículo para plasmar ese desconsuelo, y también la música procesional. El amor eterno hecho memoria musical que, si los ejemplos vistos hablamos de marchas con gran sensibilidad y carga emotiva por su dedicatoria, cuando la música quiere transmitir la pérdida de un amor se transforma en marchas de una belleza y dulzura indescriptibles a pesar del sentimiento de tristeza y dolor que transmiten. Quizás el amor más puro cuando se hace música.

"A la memoria de mi querida esposa" dedicaba Ricardo Dorado su marcha fúnebre Getsemaní (1960). A mi gusto personal una de las marchas más sobrecogedoras de las que estamos viendo en estos ejemplos, con un poder de transmisión increíble para ser, como en el caso de Mater Mea (con la que comparte características), una marcha sencilla donde el tratamiento de armonía se basta para hacer de ella una gran marcha sin necesidad de excesos. Se suele decir que los títulos de Ricardo Dorado eran genéricos pero en este caso que el compositor titule como el momento de más duda e incertidumbre de la Pasión de Cristo la marcha que dedica a la pérdida de su esposa parece una clara muestra de intenciones: el dolor, la zozobra, las dudas, la angustia que generan la pérdida del ser amado y que nos llenan de cuestiones encuentran su paralelismo en la intensa agonía que el Señor padeció orando en Getsemaní.

Bajo el precioso título de Te veré en el Cielo (2004) dedica Pedro Morales (en el vídeo dirigiendo su estreno) esta marcha fúnebre a la memoria de su esposa, fallecida tras una larga enfermedad. A diferencia de la marcha Juan Jesús que veremos más adelante, Te veré en el Cielo no es una pieza tan desgarradora, sino que, en su tristeza, transmite más bien un sentimiento de resignación, dolor contenido, debido quizás a las diferentes circunstancias que propiciaron una y otra composición. Aun así obra maravillosa e inspiradísima de uno de los últimos grandes maestros que quedan de una gran época de la música procesional.

Un amor de juventud, en cambio, parece ser la inspiración de Memoria Eterna, marcha del jerezano Germán Álvarez Beigbeder. Una de las primeras marchas de este, otro de los grandes compositores de música procesional andaluces, quien la realizó con unos 25 años, por lo que se podría pensar que, a saber, si un suceso reciente, esa pérdida de ese amor de juventud, motivaron la creación de esta obra, instrumentada, según reza en su guion, por Camilo Pérez Montllor que fuera maestro de composición y armonía del compositor que nos ocupa. Emotiva y dramática, muy romántica en ese aspecto como corresponde al tipo de marcha fúnebre de inicios de siglo que viene de la herencia romántica decimonónica.


La pérdida más dolorosa:

Ya que hablamos de una marcha dedicada a una pérdida de una persona en temprana edad, son casos en los que los sentimientos de dolor y tristeza se instensifican, máxime si la pérdida se produce en circunstancias trágicas, y ello por no hablar cuando la pérdida es de un propio hijo.

A una prima fallecida con solo 15 años dedicó Manuel Borrego su marcha El lirio tronchado, compuesta en 1929, siendo de las primeras obras de Borrego, y como tal, una obra de juventud en la que el compositor no demuestra su verdadero potencial y características. Es curioso como la marcha, aun en su aire nostálgico, no es un arquetipo de marcha fúnebre sino que denota una dulzura, incluso grácil (sobre todo el trío de la misma), con la que quizás Borrego quisiera describir musicalmente más los momentos en vida de una niña y no quedarse en la tristeza de su muerte.

Ya la habíamos adelantado antes y en este caso es el mejor ejemplo que podríamos incluir en este apartado. Juan Jesús de Pedro Morales es la marcha que el maestro dedicara a la memoria de su hijo, fallecido en trágicas circunstancias. Como la describe Barros Jódar, Juan Jesús es "una obra de extraordinario dramatismo y sinceridad, que quedan patentes desde el primer compás hasta la maravillosa modulación del final". Compuesta años antes (1998) que la citada Te veré en el Cielo, el contexto en que se compone la obra es completamente distinto: la pérdida repentina de un hijo. Ello llena de una profunda carga dramática la música de D. Pedro siendo de largo una marcha muy emotiva, con una melodía trágica, dolorosa, pero bella, que hacen de esta pieza una de las mejores marchas fúnebres de finales del pasado siglo.


La muerte como algo mediático:

No solo honrar la memoria de un ser cercano, ya sea amigo o familiar, ha llenado pentagramas. El fallecimiento de una celebridad, que pueda ser conocida o no por el compositor, ya sean personajes famosos, de la nobleza, la monarquía, el clero, etc... también ha dado lugar a algunas marchas procesionales.

Es el caso de, por ejemplo, esa extraña (hasta contradictoria) relación que tiene el mundo cofrade con el taurino y que, a la muerte de algún torero en el desempeño de su "profesión", más si el finado era cofrade, se le ha dedicado alguna que otra marcha, unas con mayor fortuna que otras. Por citar dos ejemplos, Paz Eterna (1947) de María Teresa Texidor y dedicada a la muerte del torero cordobés Manolete, o la denominada por su propio autor Abel Moreno, y cito textualmente, como "Pasodoble fúnebre" Lloran los clarines, dedicada al mediático matador Paquirri, marcha de indudablemente muchísima menos inspiración que la mayoría que estamos viendo (bueno, no todo iba a ser tan bueno, tenía que rellenar de alguna forma) y cuya fama se debe también en parte a ser popularizada por momentos meramente efectistas de cara al público que nada aportan a lo musical como es que su solo de trompeta se le toca a la Virgen de la Paz de Sevilla desde una torre de la Plaza de España (habría que cerrar este párrafo con un ¡y olé!).

Bastante mejor marcha es la marcha fúnebre ¡El héroe muerto! de Mariano San Miguel, compuesta en 1919 y dedicada a la memoria del escultor Julio Antonio, escultor que el compositor, por entonces director de la Banda del Real Cuerpo de  Alabarderos, al parecer no conocía en persona, aunque por lo visto la impresión que le causó la obra que da título a la marcha bastaron para inspirar una gran pieza musical.


La actualidad:

Aunque ya hemos mencionado ejemplos relativamente actuales, terminamos este artículo con un breve repaso a lo que se viene realizando en los últimos años. Factores como la comercialización discográfica, el enorme peso que ejercen en los repertorios los costaleros (lo que ha conllevado a que la marcha fúnebre, al no ser del gusto de los de abajo, sea un género en retroceso), y que los compositores componen cada vez más por encargo que por iniciativa propia (y por ende las dedicatorias por encargo nunca van a llevar la carga sentimental de muchas de las obras vistas), todo ello ha conllevado a que la forma de honrar a los difuntos con música también haya cambiado en buena parte. Por ejemplo se vienen realizando menos marchas de tipo fúnebre, dedicándose marchas menos serias (e incluso alegres o con mayor folclorización al gusto actual) y las dedicatorias a veces vienen compartidas o bajo el título dedicadas en la mayoría de las veces a alguna Hermandad o devoción o son dedicatorias, como decimos, por encargo, a alguna personalidad de alguna Hermandad.
Por mencionar ejemplos más o menos destacables, títulos como A ti, Manué de Juan José Puntas y dedicada a la memoria de su padre aunque compartiendo posteriormente dedicatoria con la Hermandad de los Gitanos de Sevilla, Santa Cruz de Manuel Marvizón dedicada junto a la homónima Hermandad al abuelo del autor, como dos marchas que se salen del arquetipo de lo fúnebre.
Otros ejemplos que se acercan más a la tradicional marcha fúnebre pero que nos sirven para ejemplificar lo mencionado, como A la derecha del Padre de David Hurtado, ganadora del II Concurso de composición Manuel Font de Anta y dedicada a la Hermandad de la Trinidad de Sevilla y a un fallecido Hermano Mayor de la misma, o la también magnífica La Sangre y la Gloria del cordobés Alfonso Lozano, marcha fúnebre y triunfal como indica la partitura y que el compositor quiso dedicar tanto a la Hermandad del Císter de Córdoba como a la memoria de Leandro Gámez Varo, hijo de Pedro Gámez Laserna y muy ligado a esta cofradía cordobesa.


Muchísimos ejemplos se nos quedarán atrás y que bien nos hablarían igualmente de esta música como vehículo para honrar, de una forma u otra, la memoria de nuestros difuntos. La música, en el fondo, como transmisora de sentimientos y emociones, y en este caso, una música sincera en la que los compositores nos volcaron su propia alma para hacernos llegar el dolor, la tristeza, pero también la belleza, el amor, la esperanza. En este noviembre escuchemos pues a través de esta maravillosa música la voz de los que ya no están, emocionémonos y recordemos y, de paso, pongamos en valor algunos de los muchos tesoros que posee nuestra música procesional.

Las fuentes consultadas para la elaboración de esta segunda parte del artículo han sido:
-Web Patrimonio Musical (http://www.patrimoniomusical.com/).
-Consultas en Archivo personal de partituras.

2 de noviembre de 2016

Música para el recuerdo: marchas dedicadas a la memoria de los que ya no están para el mes de difuntos (Bandas de Música, parte 1ª)

Entramos ya en el mes de noviembre, mes que los católicos (cada vez menos quizás) aprovechamos para honrar la memoria de los que partieron.
Atrás dejamos el horrible Halloween, un Halloween del que servidor, a diferencia de esos talibanes de lo que se considera lo "puramente español" que han emprendido una cruzada contra todo el que se digne a celebrarlo (esos talibanes de la "ortodoxia hispana" a los que habría que recordarles no obstante que los pueblos celtas, origen de dicha celebración, también estuvieron milenios atrás en esta "piel de toro" que luego recibiría el nombre de España, y que la Fiesta de Todos los Santos y Fieles Difuntos si se colocó en esta fecha no fue por casualidad, sino porque así la Iglesia Católica en sus albores cristianizaba de esta forma la fiesta de origen pagano que conmemoraba la "muerte" del verano, del mismo modo que se cristianizo la romana celebración del nacimiento del Sol poniendo en su fecha la celebración de la Natividad de Cristo, cuya fecha exacta la propia Iglesia Católica reconoce que no fue un 25 de diciembre), lo primero que le da igual que otros lo quieran celebrar, y lo segundo que reniego de esta forma de celebrarla tan anglo-americana no por desmedido"orgullo patrio", sino porque no es sino una imposición de una sociedad globalizada en torno al capitalismo yanki que trata de convertir cualquier día del calendario en una fiesta objeto de consumo (lo mismito que nos está sucediendo con Navidad, San Valentín, Día del Padre/Madre, etc...). Yo, como nuestros antepasados "paganos", "conmemoro" en estas fechas el fin del verano, la "muerte del Sol", y como cristiano de credo, aprovecho para, junto con esa "muerte del Sol", acordarme en estas fechas y rendir memoria a los que en vida fueron parte de mi luz y que, como el Sol, un día también se me apagaron.

Terminado este largo alegato, ni pro ni contra Halloween, cada uno allá con lo que quiera celebrar, simplemente que nadie imponga nada a nadie, quería aprovechar que los católicos en estas fechas honramos a nuestros difuntos para hacer algo similar, y distinto a mi línea habitual, pero en torno a la música, más concretamente a la música cofrade, y llevar a cabo este trabajo no de investigación, porque no voy a descubrir nada nuevo, sino de recopilación y difusión (además acompaño todos los ejemplos con algún enlace a una audición de la misma) de algunas de las más destacadas marchas que, a lo largo de la historia, se han dedicado a honrar la memoria  de los que ya no están.

Empezamos por el género "mayor" por excelencia, el que atesora los mejores ejemplos y las más grandes obras de arte de la música cofrade, la música para Bandas de Música de plantilla completa, Bandas Sinfónicas, Bandas de Palio,... (como se quiera llamar).


Los inicios:

Evidentemente, desde los inicios de la música procesional para banda, tan enraizado con el Romanticismo y con ese concepto del patetismo, lo sublime terrible, la muerte,... cuyo máximo exponente en lo musical era la marcha fúnebre, ya existieron, no podía ser de otra forma, marchas procesionales dedicadas a la memoria de algún difunto. De hecho, el propio concepto de marcha fúnebre se relaciona directamente con este respeto y honores a los difuntos, aunque aquí mencionaremos ejemplos con dedicatorias quizás algo más específicos.
Es por ello que los primeros ejemplos que mencionaré serán marchas decimonónicas que, enraizadas en esa marcha fúnebre, beben de ese patetismo romántico, siendo en muchos casos marchas hoy en día muy paradigmáticas.

Y quizás la más famosa de todas sea la hoy conocida como Virgen del Valle. Compuesta en 1897 por Vicente Gómez-Zarzuela Pérez es una de las marchas fúnebres más famosas y grabadas de la historia de la música procesional y por ello abre esta recopilación. El compositor, hermano de la Hermandad del Valle para la que ya había escrito coplas y motetes, la realizó inspirado en la trágica muerte de su amigo Alberto Barrau, también hermano del Valle (de ahí la dedicatoria también a la Hermandad) que pereció en la tragedia del vapor Aznalfarache (pueden conocer algo más ampliamente la historia en este documento). Gómez-Zarzuela no era un compositor para banda. Había compuesto, como hemos dicho, piezas para los cultos de la Hermandad pero nunca había realizado una marcha, de hecho Virgen del Valle, titulada simplemente como "Marcha lenta" en la partitura original, fue escrita a piano, en cuya partitura original se puede leer la dedicatoria de puño y letra del autor “A la memoria de mi amigo Alberto Barrau”. Posteriormente inmortalizada para banda, aunque se atribuyó su instrumentación a Manuel Font Fernández, lo más lógico sería pensar que sería instrumentada para banda por Francisco Serra, director de la Banda del Regimiento de Infantería de Granada 34 de guarnición en Sevilla, banda que estrenó la pieza el Jueves Santo de 1898. Destacable el sobrecogedor final en un decrescendo que parece simular un corazón que deja de latir poco a poco hasta apagarse.

Otros autores de finales de la centuria del XIX crearon marchas fúnebres con dedicatorias a difuntos. Es el caso de autores como Eduardo López Juarranz con ejemplos como la Marcha Fúnebre de título desconocido que en 1894 dedicó a la memoria de su maestro Emilio Arrieta o la más conocida ¡Pobre Carmen! de hacia 1890 y de dedicatoria desconocida aunque durante un tiempo se pensó que estaba dedicada a una supuesta hija fallecida del autor; o Manuel Font Fernández de la Herranz,  continuador de la famosa saga que iniciara su padre José Font Marimont y a quien precisamente se dedica otro de los ejemplos paradigmáticos que podemos citar aquí como es la marcha A la memoria de mi padre de 1899. Una gran desconocida de las obras maestras de nuestra música procesional (o al menos mucho más desconocida que otras), gran ejemplo de sensibilidad musical, oda musical a la memoria del iniciador de una gran saga de compositores que daría gloria al género en varias generaciones.


Como dice el Cuarto Mandamiento...:

La pérdida de un padre o una madre, como en este ejemplo, siempre es un punto de inflexión en la vida de cualquier persona, cuánto más para un compositor que ante la triste pérdida de una de las personas que te dio la vida quiere plasmar con música sus sentimientos, su recuerdo, su memoria. Y es así como muchísimos ejemplos a lo largo de toda la historia podemos encontrar de marchas dedicadas con todo ese afecto y emoción a un padre o a una madre.

Por citar algunos ejemplos, para no extender mucho, comenzamos sin salir de la época decimonónica, con la marcha ¡Cuánto te amaba!, marcha de 1896, del lorquí Juan Antonio Gómez Navarro, Maestro de Capilla de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba donde tuvo de discípulo a nada menos que Manuel López Farfán, quien precisamente instrumentó esta marcha en 1942 por encargo del mismo, no estrenándose pues en vida del autor. Dedicada a Dª. Leonor Navarro y Gonzalez, madre del autor, responde al tipo de marcha fúnebre de su tiempo.

Dando un salto de más de medio siglo nos trasladamos a 1962 y a una de las marchas, a mi gusto, de mayor emotividad. El gallego Ricardo Dorado Janeiro firma en este año Mater Mea, marcha que, según reza en la partitura editada en 1964 se dedica "A la memoria de mis padres". "Economía de recursos" menciona respecto a esta marcha en su análisis el compositor Juan Antonio Barros Jódar que resalta la simplicidad de la misma para lograr un gran efecto emotivo y, añadiríamos, sin perder un ápice de calidad. Una marcha fúnebre muy reconocida pues suele ser muy interpretada en, por ejemplo, funerales de Estado, además de sonar tras numerosos palios en Semana Santa (en Palma del Río no, por desgracia).

La siguiente que mencionaremos es una de las joyas (y por desgracia también muy desconocida) del patrimonio musical cordobés. Por una madre compuesta por Enrique Báez Centella en 1975. Toda una muestra de amor a una madre en forma de marcha, una marcha que, como se ha dicho de ella, de llevar otros "nombres" y/u otra "localización geográfica" que empiece por Sev- y termine por -illa estaría considerada entre las mejores obras de la música procesional.

Por su propia "filosofía musical" Abel Moreno es un autor que, más que por calidad ha destacado por cantidad y efectividad de sus obras al crear una música sencilla que inició la corriente, digamos, actual de la música procesional, pensada más en el costalero que en lo musical. Sin embargo, obras de calidad también orlan su trayectoria, siendo Cristo de la Defensión, de 1986, una de sus marchas más destacadas en este aspecto (y para algunos la mejor del compositor onubense). No es para menos, pues además de al Cristo bajo dicha advocación de la ciudad de Jerez, el guion reza lo siguiente: "A la memoria de mi padre Manuel Moreno "Maestro de la Música"". La marcha, sin salirse mucho del estilo compositivo de Abel Moreno, llevando su marcado ritmo de marcha o la reconocible melodía siendo esta protagonista sobre otros aspectos de la música, no deja de ser de sus más inspiradas obras, no es para menos, como decimos.

Cerrando los ejemplos con dedicatorias de este tipo, que menos para un "laserniano" reconocido que mencionar una obra dedicada a Pedro Gámez Laserna por su hijo, el también compositor José Juan Gámez Varo: Córdoba Cofradiera (en este vídeo dirigida por su propio autor unos años antes de su fallecimiento), no confundir esta marcha con la "islamizada abelmorenada" Córdoba Cofrade cuyo título, como expresaba creo que fue Antonio Burgos no es correcto ya que el adjetivo del sustantivo cofrade es cofradiero, como bien empleara Gámez Laserna en su Sevilla Cofradiera e igualmente correcto lo usó su hijo en esta marcha que nos ocupa. Compuesta en 1993, dedicada también a la Semana Santa cordobesa, ciudad en la que Gámez padre comenzó a despuntar como uno de los grandes compositores de la historia y a la que la familia Gámez Varo siempre estuvo tan ligada, una maravillosa marcha donde la herencia paterna es visible en las influencias musicales, especialmente en la saeta empleada como trío al igual que Gámez Laserna empleara en la más reconocida marcha cordobesa: Saeta cordobesa. Que mejor homenaje y que mejor forma de demostrar adulación que intentando emular (más que solo imitar) los pasos de un padre.


Nota: quería realizar el artículo en un sola entrada pero en vista a la extensión que va a ocupar lo dividiré en una segunda parte.

Las fuentes consultadas para la elaboración de esta primera parte del artículo han sido:
-DELGADO, J.M.: La marcha "Virgen del Valle" cumple cien años 1898-1998. Ed. Hdad. del Valle, Sevilla, 1998.
-Web de la Hermandad del Valle de Sevilla (http://www.elvalle.org/patrimonio/archivo-musical/marcha-virgen-del-valle/).
-Web Patrimonio Musical (http://www.patrimoniomusical.com/).
-Banda Sinfónica Municipal de Sevilla: Versión original (CD).
-https://cordobacofradiera.wordpress.com/suena-cordoba-cofradiera/
-Consultas en Archivo personal de partituras.