26 de agosto de 2016

Bandas infravaloradas: Redención de Córdoba o la banda sonora de la Pasión

A raíz de la visualización de unos vídeos de cierta banda puntera dando pena en pleno agosto, había pensado en incorporar una serie de artículos a mi blog sobre bandas sobrevaloradas, aquellas bandas que generan altas expectativas y tienen gran consideración entre el público general pero que miradas al detalle te das cuenta que, sin decir que sean malas, quizás tampoco sean para tanto como se les pone o la publicidad que se les da.
Peeeero... creo que me he ceñido demasiado a la crítica negativa y eso me encasilla y he pensado ¿por qué no escribir sobre lo contrario? Aquellas bandas que musicalmente y en muchos aspectos son capaces de repasar hasta a las más punteras pero que no gozan de la prensa y prestigio que en verdad, en opinión de servidor, merecen.

Me voy a permitir empezar por una de la tierra, una banda que, aunque lleva 27 años siendo referente y de largo la mejor formación de música cofrade de Córdoba, muchos se quieren empeñar en lo contrario basados en el mero criterio de encasillar su estilo y su repertorio con adjetivos como "demasiado serio", "fúnebre" o "aburrido" o, simple y llanamente, por inquinas personales o porque no les caiga bien el director.

Vengo a referirme a la Redención de Córdoba, popularmente conocida como "la Estrella". 27 años de música la avalan, de MÚSICA en mayúsculas, pues, salvo lapsus debidos más a presiones de los habituales círculos cancerígenos de las cofradías que a la propia iniciativa de la banda, es incontestable la apuesta por la calidad en lo que se refiere a repertorio e interpretación.
Algunos quizás me dirán que Redención de Córdoba no está infravalorada. Bien cierto es que en los círculos "especializados" de música procesional y la opinión de los más entendidos, los de la "hue" gozan de una gran consideración, pero es el público mayoritario el que, absorto en las modas, el witterio y la falsa folclorización que vive la música procesional, no da a esta Agrupación el lugar que les corresponde.

Como he escrito arriba sobre esta banda se suelen leer y escuchar cosas como que su repertorio es excesivamente fúnebre y hasta aburrido. Partiendo de la base de la variedad de temas clásicos y propios que no cumplen esa norma (con las siempre acertadas y casi nada fúnebres marchas de Mena Hervás como una de las referencias del estilo de esta banda o con pinceladas de un flamenco más elegante), aparte de eso, ¿repertorio aburrido? ¿Excesivamente fúnebre? Hay gente que cree que va a una feria y no a una procesión religiosa que es lo que es la Semana Santa, aunque esa esencia de religiosidad popular donde fe, tradición y popular se reparten cartas a partes iguales se esté perdiendo en favor como se indica de un folclorismo tópico y cateto más pensado para el guiri y el visitante que para la veneración a Cristo, la Virgen y los Santos.
Es esta opinión, muy impulsada por el "sindicato del costal" y que tuvo su zénit en la nefasta sucesión de pérdidas de contratos en su ciudad en favor de bandas copia de otras o bandas aflamencadas, la que hace a muchos poner hoy día por encima de esta banda a la, a mi gusto, sobrevalorada Cristo de Gracia, cuando la realidad dista muy lejos de esa imagen.

Baste solo el ejemplo: en años por ejemplo en los que a lo máximo a lo que aspiraba a interpretar una Agrupación eran marchas como Consuelo Gitano o cuando temas como Reo de muerte no estaban apenas dados a conocer y con un Herrera Raya adelantado a su tiempo e incomprendido por ello, esta banda se atrevía con temas como ¡Estrella! o Al Cristo de los Faroles (la buena, no la copla adaptada) de un Francis González Ríos experimentando (para bien) con recursos como esas melodías sincopadas, la introducción de fugas (¡Estrella! sigue prácticamente los preceptos de una fuga barroca) o armonías más atrevidas sacando a la música cofrade de un estancamiento.... o intentándolo, pues el estancamiento ha acabado por pasar de aquello a los actuales ritmos ternarios sin adaptar que buscan confundir calidad con espectáculo y valorar una banda (grupo) por solistas o grupos instrumentales destacados.
No solo estos temas de su primer disco, allá por 1996, fueron revolucionarios: que esta banda fuera (y siga siendo) capaz de interpretar una obra maestra de la música procesional como es Señor de San Basilio hace de ella ya un hito y una referencia, siendo de las primeras bandas también en apostar por este tipo de marchas "Bandas Sonoras" como despectivamente se han dado en llamar (estilo de composición que muchos, algunos vecinos de esta banda, atribuyen a un tal Jorge Águila cuyo mérito más que en crear reside en su afición por el cine -El Cid, El protegido,...- si no saben de qué hablo busquen esas bandas sonoras de películas y busquen parecidos).
Posteriormente vendrían muchísimas más marchas que sitúan el repertorio de esta banda entre los mejores del estilo: marchas como Desconsuelo (una exquisitez), Siete Dolores (el patetismo fúnebre hecho marcha y grandiosa sin necesidad de llenar el pentagrama a base de figuras de pequeña duración), O Redemptor,.... por no mencionar de la variedad que aportan las numerosas marchas de Mena Hervás, algunas de lo más reconocido de su obra con Oración a la cabeza (más Sagrada Cena, Jesús ante Caifás, Nazareno de la Trinidad,...), más otras de Pedro Pacheco, José María Sánchez Martín, Cristóbal López Gándara, Luis Alberto Fernández Pericet, Jesús Lora Vaquero, etc...
Repertorio que, desgraciadamente, la banda tuvo que manchar por las presiones incluyendo marchas como Caridad del Guadalquivir o Y al Tercer Día por citar algunas que no vienen sino a hacer notar la abismal diferencia entre distintos conceptos de entender la música procesional.

Aun así, Redención defiende este repertorio, sea cual sea la marcha, con una calidad incuestionable, con afinación y sin estridencias, muy elegantemente y con gusto, y con un gran equilibrio sonoro en el que difícilmente nada destaque y nada sea demasiado débil, y así ha sido cuando la banda supera la centena de componentes como cuando ha tenido sus "horas más bajas".

Sin duda alguna, una banda que, aunque ciertamente goza de cierto prestigio, de haber sido de otra provincia o de haber tenido más proyección fuera de Córdoba, estaría en el "Olimpo" en la que muchas otras están por nombre o por un glorioso pasado nada acorde a su presente.


Puntos a resaltar: el equilibrio mencionado entre todos los aspectos. Su repertorio (salvo los garbanzos negros). Su apuesta por una filosofía musical y ser fieles a unos principios por encima de todo, aunque haya tenido malas consecuencias. En definitiva, hacer música para la acompañar la Pasión y no para regalarle el oído al oyente de turno que a veces no sabe ni qué está escuchando o ni lo que va encima del paso.

En su contra: Aunque el repertorio es una exquisitez, se echa en falta algo de variedad en lo propio. La cerrazón que hasta ahora habían tenido en "no salir" de Córdoba, algo que ha hecho que esta banda no gane la proyección de otras. Las direcciones unipersonales no suelen ser buenas para nadie: se puede ser fiel a unos principios pero abriendo miras y dejando entrar aire fresco. Ser de Córdoba (sí, eso es un handicap).

19 de agosto de 2016

Diccionario "musikofrade": hoy la palabra "Pepino"

Como buen cofrade palmeño, tomando ejemplo de nuestras cofradías soy muy de empezar proyectos que no sé ni si seguiré ni cuándo los acabaré (ejem templete de la Patrona, ejem paso del Huerto, ejem salida de la Aurora).... Uy, que tos... Perdón.
Lo dicho, voy a iniciar otra serie de artículos que he querido llamar "Diccionario musikofrade" donde iremos definiendo términos aplicados a la música cofrade en su versión más friki-kani-frade. A ver cuántos me salen.

Empezamos con la palabra PEPINO

PEPINO:
Aunque según el diccionario de la RAE, aparte de ser el nombre de la planta de la que se extrae el fruto homónimo, en su tercera acepción es definido como algo insignificante o de ningún valor, el idioma musikofrade ha adoptado la palabra pepino como todo lo contrario, siendo para el kofrade un pepino algo para él de calidad o que le ha causado grata sensación o una sensación casi orgásmica (no sabemos si por ser el pepino un fruto con conocido doble sentido por su forma fálica).

Para acrecentar la impresión de calidad de lo que se quiere describir con esta palabra se puede usar cualquiera de sus variantes superlativas: pepinaco, pepinazo, pepinasso, peasso de pepino, vaya pepino etc...

Es especialmente aplicable en música cofrade para marchas (ej: "Eternidad es un pepino de marcha") aunque también puede ser usado para partes concretas de las mismas que hayan resultado de especial agrado para el hablante (ej: "Madre mía que pepinaco de solo el de Salus Christi", "La batería de Tu Misericordia es un pepinasso") o incluso para referirse a bandas completas (ej: "Despojado de Jaén, vaya pepino de banda primo").

No obstante el uso de pepino no es aceptado para cualquier caso, por ejemplo no se usa o rara vez es usado el término con marchas clásicas (Escámez, Manuel Rodríguez,...), con bandas que defiendan estilos clásicos y/o fúnebres (Arahal, Esencia, Redención de Córdoba,...)  o muy poco con marchas de palio, salvo casos en los que el kankifrade se siente identificado (por ejemplo Caridad del Guadalquivir o Mi Amargura sí son algunas veces calificadas de "pepinos").

De hecho para que una marcha sea considerada pepino debe contener ciertas pautas:
-Contener un solo espectacular de corneta y/o trompeta.
-Baterías con cambios rítmicos especialmente que mezclen el uso de palilleras con tambores sin bordoneras.
-Marchas con campanas tubulares.
-Cambios bruscos de intensidad.
-Sobreagudos y estridencias.

Igualmente, no suele ser habitual ni recomendable su uso para otros ámbitos cofrades (p.ej.: "Este bordado es un pepino", "Qué pepino de imaginero",...) en los que el kanifrade suele estar menos interesado o versado.

El antónimo de pepino puede variar según la región, aunque el más difundido es el término "pestiño".

3 de agosto de 2016

Regreso al pasado: Sinfonismo, música programática y música incidental. Su presencia en la música cofrade

El verano es largo y aburrido, pero también tedioso, así que como no tengo ganas ninguna de crear una entrada nueva, esta semana os recuperaré una de mi vieja cosecha, una entrada de opinión que hice en su día para el blog de "YoMúsico".

Recogiendo una propuesta de un forero que lleva otro blog y foro (valga la redundancia) dedicado a los músicos de la música procesional, he realizado un artículo sobre ésta para ese blog. Como no sé si me lo van a publicar (o no) y si me van a respetar la autoría (o no), ya me adelanto yo a los acontecimientos y os dejo el texto íntegro por aquí, que para algo he abierto esto.

Sinfonismo, música programática y música incidental. Su presencia en la música cofrade:

El otro día el gerente de este espacio dedicado a los músicos cofrades me lanzaba el reto de escribir algo para este blog. Tras meditarlo profundamente, a pesar de que soy amigo de la música cofrade pero enemigo acérrimo de ciertos músicos cofrades que es a quienes precisamente dedicado este blog y foro, y que, exceptuando la experta opinión y el buen gusto de si acaso un par o dos  de foreros (en especial del gran estilo procesional cuyo blog admiro), con el resto tras ver estas páginas apenas concuerdo con nada (mira que alguien atreverse a decir que marchas como Caridad del Guadalquivir o Mi Amargura son las mejores de la historia estando por delante maestros como Dorado, Farfán, los Font, Gámez o en la actualidad compositores como Marvizón, Hurtado o Moreno Pozo entre otros).
Pero como la fama de polémico ya la tengo más que ganada en otros espacios, hoy me voy a centrar en hablar de cuestiones meramente objetivas para, a través de mis escasos pero bien ordenados conocimientos en música universal aplicados a la música procesional, tratar de educar un poco más el oído y el buen gusto de gente que por desconocimiento no se paran a valorar lo que tienen delante.
La reflexión que hoy aquí os muestro me surge tras pensar algo que paseando un día por la red encontraba en un blog nuevo de un joven músico cofrade en el que, en una casi declaración de intenciones, su primer artículo hablaba de que no iba a ser objetivo.
Me parece bien, cada cual escribe y piensa lo que quiere y no lo que los demás quieren que piense. Hasta ahí todo bien, pero me llamó la atención una frase que decía así:
“y a las que han perdido totalmente el rumbo y han olvidado para que existe la música cofrade, más intentos de sinfónicas que bandas de Semana Santa.”
Recordé pronto que este joven, en una entrevista, había hablado de esa forma un tanto despectiva de bandas como Pasión de Linares o Cigarreras y entonces enlacé en seguida que esa referencia era clara a bandas que siguen esa corriente.
No es el único comentario que se oye al respecto. Desde los sectores más puristas de la prensa morada (algunos de los cuales afiliados a cierta hermandad con banda propia y con ello parece que más predispuestos a defender los intereses de “su” banda) donde se ha criticado hasta la saciedad el estilo Cigarreras por “no ser fiel” al estilo de la corneta e introducir técnicas y fórmulas derivadas de la música culta, hasta otros sectores como costaleros o simplemente cofrades de a pie que según sus versiones: “eso no vale para que un paso ande” o “se parece más a una banda sonora” en referencia a grandes obras maestras de las Agrupaciones como por ejemplo A la memoria de un amigo.
Vaya por delante una cosa, ¿Qué fue primero el huevo o la gallina? Es decir, ¿se hicieron los pasos para la música o la música está hecha para los pasos? Con esto considerar antes que la música es algo que, aunque imprescindible en la Semana Santa (hasta el silencio tiene su música como propugnaba John Cage), no es tampoco lo principal de ella –esto a muchos se le olvida y se creen “more popular tahn Jesus” que dijo John Lennon-.
Pero retomemos el tema. ¿En verdad el “sinfonismo”, esta especie de música pura, de “bandas sonoras” es algo tan alejado de ese verdadero rumbo de la música para Semana Santa?
Podríamos irnos a los inicios de la música sacra católica para explicar la inherente unión música-texto, pero ya que esto va a ser extenso de por sí pasamos de la parrafada y nos iremos al momento en que surge la música procesional: el Romanticismo.
Por dar unas breves pinceladas, el Romanticismo musical rompe con el anterior clasicismo, “frío” y “calculado”, aunque sería mejor dicho que buscaba la estética, y se amparará en la transmisión de sentimientos del compositor que buscará ampliar sus miras y sus recursos rompiendo barreras de los estilos y formas clásicas para buscar esa expresión pura. Solo pensar en la música temperamental de Beethoven o en la melancólica de Chopin para saber de qué hablamos.
Durante este periodo, a las típicas formas musicales (concierto, sonata, suites, sinfonías,…) se les unen nuevas y nuevos conceptos, entre ello, los compositores comienzan a optar por basar su música en algo extramusical (programa, algo no muy frecuente en música instrumental, ya sea texto, imagen, paisaje, biografías, leyendas,…) y surge la música programática y la música incidental (esta última más ligada a la escena, teatro, ballet o incluso cine en el post-romanticismo y el cine impresionista y en los años 20 del siglo pasado). En ambas el principio es el mismo: que la música transmita unas sensaciones que recuerden a ese programa, a lo que mediante sonidos se quiere representar, que la música represente lo que se ve en escena.
Uno de los géneros que mejor resume esta característica es la marcha fúnebre. La marcha fúnebre no es algo originario del romanticismo pero será en este momento cuando cobre importancia. Su carácter sobrio, melancólico y triste la hacían adecuada a la representación del dolor, y de ello se contagió la incipiente música procesional que comenzaría a surgir hacia mediados del siglo XIX.
De hecho, siguiendo la Historia de la música procesional que escribiera Mateo Olaya, y tal y como se puede ver, las bandas en inicio contaron con un repertorio no propio para Semana Santa basado en estas piezas fúnebres de grandes compositores del Romanticismo (Beethoven, Schubert, Gounod, Wagner, Grieg, Verdi, …).
Cuando se comienza a producir un repertorio propio dedicado a imágenes de Semana Santa el género del que se tomará la base será, pues, la marcha fúnebre, y se tomará en referencia las composiciones de los maestros románticos.
Con los años, el avance musical será mayor y aunque se abandonará la marcha fúnebre, llamémosla “pura”, el sinfonismo seguirá estando presente. Los compositores de los que estamos hablando, de inicios ya del XX, momento en que se vive en España también el nacionalismo musical, desarrollarán una nueva manera de hacer música procesional pero con la presencia siempre de ese sinfonismo. De hecho autores como Font Fernández o los Font de Anta y marchas como Amarguraso Soleá dame la mano están compuestos siguiendo forma de poema sinfónico.
Teniendo estos datos en la mano, ¿podemos negar que el sinfonismo esté presente en la música procesional desde sus orígenes? ¿En verdad es algo tan alejado como se pretende hacer ver de la Semana Santa? ¿Es pues una moda pasajera de los últimos años o es, al fin y al cabo una norma no escrita puesto que todo compositor cofrade que se precie está realizando música programática? ¿O acaso el sinfonismo solo puede estar reservado a la música para bandas de plantilla completa pero nunca para las formaciones de viento-metal?
Yo diría incluso que todo lo contrario: las formaciones de viento-metal desde su nacimiento en lugar de apegadas a ese origen romántico han estado ligadas a una tendencia a la marcialidad y en su evolución solo han progresado en dos líneas, o siguiendo las tendencias que se están denominado “sinfónicas” influidas por las bandas de música, o las tendencias influenciadas por el folclore y más alejadas a esa música programática pues en nada se asemeja lo que la música representa a lo que se ve en la calle.
Resumiendo en pocas palabras recordemos lo que uno de los genios musicales del siglo XX dijo de nuestra música procesional (representada en la marcha Soleá dame la mano): “Estoy viendo lo que escucho” (Igor Stravinsky).
Pues que así sea y en vez de ver taconeo y flameko, veamos el dolor, triunfo y gloria de la Pasión, Muerte y Resurrrección

Gracias por su atención.