14 de julio de 2017

Bandas infravaloradas: Polillas de Cádiz o la miel que no todos saben degustar

Tenía pensado en esta serie de bandas infravaloradas comenzar a seguir un orden AM-CT-BM, por lo que ahora hubiera tocado hablar de una Banda de Música, pero apremia la actualidad y la actualidad nos ha dejado una imagen que, no por ser ya demasiado frecuente, no deja de resultar sorprendente, y más si cabe cuando sucede por partida doble.

Y más extraño aun es que suceda en Cádiz. Cádiz, la Tacita de Plata, la salada claridad, la ciudad más antigua de occidente, la cuna de la libertad y del flamenco, la de los poetas de febrero, la ciudad que quizás tiene la mayor acumulación de artistas por metro cuadrado pues en ninguna ciudad se sacan tantas pequeñas obras de arte efímeras que conjuguen música, poesía y escenografía año a año. La ciudad también de la mejor afición futbolera que resiste con pasión a este fútbol moderno (¿quién al que le guste el fútbol, sea del equipo que sea, no siente simpatía por ese Cádiz -oé-?).
Esa Cádiz también cofrade: la Cádiz de los cargadores, la de la devoción de los humildes viñeros a su Virgen de la Palma aquella que dicen que paró un maremoto, de su Virgen del Rosario "la Galeona", o de ese Nazareno que vive en Santa María y al que los gitanos cantan por la cuesta de Jabonería (mira, un pareado, la poesía se pega cuando se habla de Cádiz), el mismo humilde "Greñúo" ante el que incluso los poetas más ateos son capaces de rendir homenaje en sus coplas porque no dejan de ver en Él a la devoción de su pueblo, de su gente.

Como digo, es más extraño pues Cádiz de Puertas de Tierra para acá siempre se ha visto como una tierra que defiende a ultranza lo suyo, baste ver sus carnavales cuyo concurso es inexpugnable para los de fuera (este año por ejemplo) o la férrea defensa a la carga tradicional en Semana Santa hasta llegar al punto de algunos elementos incluso abuchear a aquellos pasos que se salgan de esa "norma".
Y sin embargo, teniendo dos de las mejores bandas cofrades del panorama como son Rosario y Polillas, solo aparecen brevemente en su Semana Santa acompañando (de momento) a solo un paso cada una.

La última que se ha quedado en esta situación recientemente, y que creo merece una entrada aquí (porque es imposible decir que Rosario esté infravalorada), es la Agrupación, Agrupación Musical de la Asociación de Antiguos Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil de Cádiz, o lo que es lo mismo, "Polillas", apodo que tradicionalmente reciben estos alumnos (dato estilo trivia: al parecer porque el primer colegio de la Guardia Civil estuvo en una antigua fábrica de paños) y apodo que esta Agrupación Musical tomó como nombre desde 1991 y con el que es conocida para muchos cofrades, aunque quizás para no tantos como debiera.
Con una calidad musical impresionante y una afinación musical exquisita, Polillas es de las pocas bandas de Cristo que podrían presumir de hacer Música pero con la primera en mayúsculas (porque, diferenciemos, todas las bandas hacen música -un profesor me enseñó una vez que hasta un golpeo rítmico de un palo es música- pero no todas saben hacer Música).
De hecho, y de ahí como titulo el artículo, personalmente a mí me gusta hacer ese paralelismo equiparando la música de Polillas a la miel: un sonido dulce, afinado, de gusto suave, reconfortante (e incluso a veces también empalagoso, todo sea dicho), potente cuando tiene que serlo pero sin pasarse,... Es un sonido sacado a base de esa casi perfecta afinación, del uso no estridente de los instrumentos (hay bandas, ahora que hablamos de Cádiz, que aquello de "los perros dicen guau y los gatos dicen miau" no se lo saben y en lugar de eso practican que los instrumentos graves hacen "guaaAAUUuuu" y los agudos hacen "miaaAAUUuuu") y, cosa que tampoco hacen muchas bandas, del uso correcto de la instrumentación. Polillas, por ejemplo, fue, no sé si de las primeras en usarlo pero sí de las que lo popularizaron, el uso del fiscorno (también escrito fliscorno) como instrumento melódico y no solo para construir armonías, lo que dota a algunas de sus marchas de una sonoridad bastante propia y original, es de las bandas que también ha sabido sacar mejor partido al timbre de los bombardinos (el bombardino, ese instrumento que muchas bandas todavía no saben cómo usar bien, entre las que lo relegan a un mero instrumento para hacer los bajos junto a las tubas, las que lo tocan como si fuera un trombón perdiendo toda la calidez de su sonido y las que lo usan como si fuera una trompa cuando no siempre puede/debe cumplir ese papel) y recientemente creo recordar que han incluido trompas con también buenos resultados.

A esa calidad musical se une un repertorio propio bastante bueno que ha quedado reflejado en sus 6 grabaciones discográficas, un repertorio en el que quizás destaquen 3 compositores como los que han marcado el sello Polillas ya que prácticmente son los que mejor se pueden adaptar a esta forma de tocar: Pedro Pacheco, José María Sánchez Martín y, sobre todo, Manuel Herrera Raya, este último el compositor quizás más olvidado en música de Cristo y que en su binomio con Polillas ha dejado títulos como El Duelo, Vera Cruz, Sentir Sevilla, Mater,... amén de Polillas ser de las últimas bandas que han interpretado temas como Fons Vitae (este último, según su web, no sigue en su repertorio, con lo cual se puede considerar "extinto" en el panorama de las Agrupaciones actuales) o Transitus Domini, la cual sí mantienen y es una delicia escuchar de esta banda.
El único parche a este repertorio y esta música es el habitual en esta clase de bandas: las bastardizaciones de los clásicos perpetradas por estos mismos compositores que han transformado a clásicos como Alma de Dios, Perdona a tu pueblo o Santa María de la Esperanza en "cosas" a veces irreconocibles.

Como digo arriba, hago el paralelismo de que la música de Polillas es como la miel. ¿Y qué pasa con la miel? Que no se hizo para la boca del asno.
En una Semana Santa en general donde triunfa bastante la mediocridad, donde triunfa un regusto efectista por encima de un gusto por la exquisitez o la calidad, donde mandan las modas globalizadas de la Semana Santa 3.0 exportadas de un ficticio modelo por cuanto Youtube e Internet en general lo han exagerado,... en esta Semana Santa de hoy día, bandas como Polillas parece que no tienen cabida por cuanto no dan lo que gusta a los 4 paletos que desgraciadamente hoy suponen los grupos de fuerza en las cofradías, a saber, comandados por el martillo y el costal y por Juntas de Gobierno protagonistas y poco formadas que gustan de dar el cante, y seguido a veces por el interés económico y esas bandas regaladas que empiezan por devaluarse a sí mismas para terminar devaluando al resto.
Entre unos y otros factores, Polillas, que venía de tener creo recordar 5 Hermandades en su ciudad (Borriquita, Nazareno del Amor, Aguas, Huerto y Expiración) para 2018 tendrá solo uno y a saber si como están las cosas no les queda ninguno. Y de ellos dos fueron cambios a sendas Agrupaciones Musicales y no consecutivos (en 2016 "pierden" el Huerto y para 2017 Expiración) algo medio normal. Los que no parecen serlo son los dos cambios que han sufrido de cara a 2018 y en una secuencia de unas pocas semanas cuando tanto el Nazareno del Amor como las Aguas anuncian no renovar a Polillas para sustituirlas, no por otras Agrupaciones, sino para cambiar diamentralmente de estilo al de Cornetas y Tambores. Y es que, partiendo primero de la base siempre de que ninguna Agrupación o Banda está por encima de una Hermandad ni deba tocar por decreto por muy duradera que haya sido la relación hasta entonces, pero ¿qué lleva a, no ya una sino a dos Hermandades a sustituir una banda de primera fila con un sello propio y una calidad indiscutible por bandas de otro estilo que, por muy buenas que sean, no son de un nivel equivalente? Y no solo eso sino ¿qué las lleva además a optar por bandas que son no son conocidas precisamente por tener personalidad propia? La respuesta es lo dicho anteriormente: las modas, la globalización cofrade, los grupos de presión y las Juntas que se dejan llevar por las corrientes y/o intentan ser lo que no son (¿o no es llamativo que las Aguas de Cádiz cambie a una banda estilo Tres Caídas justo cuando la banda trianera precisamente está ya completamente asentada en su homónima de Sevilla cuyo misterio representa lo mismo?).

Nos queda un caso entonces en el que la banda es infravalorada pero no por recibir poca valoración sino por una excesiva sobrevaloración de lo que la rodea que deja a Polillas, y a muchas otras que están en situaciones similares, en un nivel injustamente inferior a ojos del cofrade medio. Esos cofrades medios que por alguna extraña razón valorarán más estar a la última al precio que sea. Como si alguien tiene, pongamos, un bolso Gucci de marca pero un día se ponen de moda los bolsos Louis Vuitton y cambia su Gucci de marca por un Louis Vuitton de los chinos solo por aparentar, solo por ir a la moda. Cosas inexplicables para una mente racional.

Pero no todo en el monte será orégano y Polillas puede sacar una importante lección de esta situación del mismo modo que Redención de Córdoba en su día la sacó cuando le pasó algo similar, especialmente tras el síndrome post-Magna: Polillas descubrirá (y por lo visto así lo afirman desde su directiva) que fuera de Cádiz habrá muchos cofrades deseosos por aprovechar la oportunidad que se les habrá presentado de poder contar con una buena banda que de repente ha quedado libre, Polillas ha sabido gracias a las muestras de apoyo recibidas que sí cuenta con la valoración de los amantes de la buena música y, cuando estas modas mueran y haya quien se pueda arrepentir de lo decidido tan impulsivamente, quizás como le pasó también a Redención no recuperarán todo lo perdido, pero sí se verán reforzados por la situación y podrán alzar la cabeza porque, pese a todo, no han tenido que disculparse ni renunciar por hacer la música que hacen, como ellos la sienten y con ese respeto y cuidado que transmiten con ella.
El tiempo, en resumen, acaba poniendo todo en su lugar.

Puntos a resaltar: el cuidado y atención a la musicalidad. Una apuesta musicalidad reforzada además por un buen repertorio propio en su mayoría, a veces con apuestas bastante arriesgadas en cuanto escapan a la sonoridad habitual para estos conjuntos de viento-metal. Polillas dignifica, de hecho, a todo el conjunto de "brass bands" cofrades (Agrupaciones y Cornetas para que nos entendamos) al demostrar que es posible tocar en viento-metal sin ser estridente.

En su contra: las bastardizaciones de algunas marchas clásicas...ufff. Arreglar no debería ser transformar una marcha en una cosa completamente distinta a lo que es porque entonces ya nos pasamos al terreno de las versiones. El apellido, como suelo decir, siempre pesa. Ser Agrupación Musical por lo visto este año se ha convertido en un nuevo handicap.

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