2 de abril de 2020

La última noche


La última noche:

Para muchos sería hoy, la del Jueves de Pasión. En otros lugares, la de mañana Viernes de Dolores.
Aunque a veces pasa desapercibida, es esa noche especial para el músico cofrade, cuando terminan los ensayos, cuando se apaga la última nota, el último compás, el último golpe de bombo de la última marcha que, como la última campanada del año, es la que pone fin a la cuenta atrás.
Es esa última noche donde ya no cabe más. En la que todo el trabajo está realizado a falta solo de quedar demostrado. Es noche de presión, de nervios que a veces sobrepasan y acaban alterando. Es noche, a veces incluso de discusiones y desencuentros que surgen precisamente por ese estado, por esa ansiedad y ese querer que todo salga bien. La noche de las correcciones de última hora que, al final, nunca acaban saliendo bien en la calle, pero se intentan hacer.
Pero también es la noche de quedarse hasta tarde en el local charlando con una cerveza en la mano con los compañeros, comentando todo el año, lo bueno y lo malo, planificando el presente, la presente Semana Santa, y también planificando el futuro, el próximo curso.
Es la noche en la que tantas veces apoyado en una barra se dice aquello de “este año cuelgo el uniforme” que luego se disuelve entre la euforia cuando suena el último Himno de un Domingo de Resurrección. O la noche también de las promesas, de “el próximo año me lo tomaré más en serio” o “este año lo he notado en la embocadura, el año que viene ensayaré más”... y que también acaban en este caso cuando en septiembre empieza un nuevo curso.
Es la noche de todo magnificarse, de los recuerdos. Nos acordamos de los que faltan, de los que no están, de los que lo han sufrido, de las familias, parejas, hijos, nos acordamos de los malos momentos y los buenos e incluso nos acordamos de los que nos quisieron ver caer y tienen que aguantar ver como otro años nos levantamos.
Y hay tantas últimas noches como bandas hay: las hay que planifican ese ensayo al milímetro aprovechando hasta la última gota. Otras lo dejan más a la improvisación y hacen de ella algo más distendido, más como una quedada para hacer piña que como un ensayo serio. Las hay que, siguiendo un ritual, la terminan todos los años con la misma marcha, aquella que tiene un significado especial para la banda.
Pero incluso con todas esas diferencias, esa última noche todas comparten el mismo sentimiento, o mejor dicho, mezcla de sentimientos solo equiparable a la que se siente al encerrarse la última procesión y tan difícil de explicar que todo ello es lo que hace querer volver otro año más.

Este año esa última noche no la tendremos. No diremos que nos la han robado, porque nadie ha sido el causante de ésto. Tampoco que la hayamos perdido, porque estamos seguro que esa última noche volverá. Digamos, simplemente, que este año no la habrá.
Los que más pasarán esta noche en sus casas, acompañados de sus seres queridos con una sensación extraña en el cuerpo de faltarte algo. Los que menos tendrán que trabajar porque sus empleos son esenciales. Los que tengan más suerte quizás puedan coger sus instrumentos y tocar esa última marcha especial en la intimidad quemando un poquito de incienso. Los que no, se tendrán que conformar con mirar algún vídeo de otros años con algo de nostalgia y tristeza.

Sea cual sea tu caso, querido músico cofrade, querido compañero, solo te pido una cosa: no olvides por un momento lo que representa esta noche. Nunca olvides esas sensaciones, esos sentimientos. Nunca olvides esa convivencia, esas charlas en la barra hasta altas horas. Incluso nunca olvides los nervios, la ansiedad ni esos enfados del último ensayo.
No lo olvides porque noches como ésta forman parte de ese motor que nos mueve a ser músicos cofrades y que, hoy más que nunca, no debe fallarnos y seguir funcionando a más ritmo.

Hoy (o mañana) es la última noche. Vívela como siempre pero con una intensidad como nunca. Porque pronto volveremos y cuando no nos demos cuenta, será la última noche de otro año más. Y viendo lo pasado nos daremos cuenta lo poco que se valoran los muchos momentos únicos que se viven y la mucha importancia que en cambio damos a lo que no se debe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario