11 de diciembre de 2018

Violencia ultra

No hará muchos se contempló en Argentina un nuevo episodio, otro más, de violencia ultra en el fútbol. Vimos como las barras bravas de River y Boca se enfrentaron como por desgracia parece ser habitual, aunque en esta ocasión de la mediática final que disptaron entre ambos clubes de la Copa Libertadores, la hinchada del club local en el partido de vuelta, River, llegó al extremo de agredir al autobús del equipo visitante, Boca, llegando a herir a varios jugadores y motivando el traslado de dicho partido a una sede neutral a kilómetros y kilómetros de distancia.
Pero no solo exclusivamente en el fútbol se dan esta clase de episodios. Y es que siempre asociamos la violencia ultra, esa violencia radical, la violencia entre rivales y hacia los que no piensan como uno mismo, como algo que se da alrededor y en los terrenos de juego, pero es algo que es más cotidiano de lo que pensamos y se da en muchos más campos de los que imaginamos: a lo largo de la historia y aun hoy en la actualidad, seguimos contemplando violencia ultra por motivos religiosos, raciales, de género, ideológicos, nacionalistas o políticos entre otros.

Porque la VIOLENCIA, tal y como se la define en Wikipedia -que la define como "tipo de interacción entre sujetos que se manifiesta en aquellas conductas o situaciones que, de forma deliberada, aprendida o imitada, provocan o amenazan con hacer daño, mal o sometimiento grave (físico, sexual, verbal o psicológico) a un individuo o a una colectividad,​ afectando a las personas violentadas de tal manera que sus potencialidades presentes o futuras se vean afectadas"-, es un concepto amplio y complejo que abarca muchas posibilidades. Por tanto no pensemos como violencia solo en actos que atenten contra la vida o la salud de los contrarios. La violencia obviamente la que mejor conocemos es la física, la agresión directa con motivo de hacer daño, pero existen otras formas de ejercer violencia, una violencia algo más pasiva, pero que sirve para el mismo fin: hacer daño al que no es como nosotros y silenciar las voces contrarias.
Amenazar, acosar, extorsionar, presionar, incitar al odio, instigar y animar a otros a través de manipulaciones, mentiras, bulos y campañas de propaganda a que otros ejerzan esa violencia, insultar, vejar, boicotear o sabotear al contrario, censurar, reprimir,... son muchas de esas formas de ejercer esa violencia pasiva y más sutil, "invisible", algunas de ellas incluso "legales", razón por la cual suelen pasar desapercibidas en ese todo, pero están ahí, están dentro de ese radicalismo, de los movimientos ultras.


Visto este contexto general, introducidos en él y habiendo dejado en evidencia que la violencia es algo más presente en el mundo de lo que podemos imaginar, ¿podríamos afirmar que nuestro mundillo, que el mundo de la música cofrade, ha sufrido, o directamente, sufre episodios de este tipo de violencia ultra, de violencia radical?

Rotundamente, sí. Por supuesto que en el mundo cofrade, y más específicamente en su música, hemos vivido y estamos viviendo violencia de tipo ultra, no quizás con la misma agresividad que la que se pueda ver, por ejemplo, en el fútbol, pero sí con la misma o incluso más intensidad y pasión en algunas ocasiones, habiendo personajes en este mundillo que se comportan rozando el más absoluto sectarismo.
Sí es cierto que en raras ocasiones dicha violencia ultra se ha manifestado de manera física (o por lo menos que sepamos) siendo quizás el único punto, de momento -no me extrañaría que el día de mañana llegase a pasar-, que nos separa de los "ultras" de fútbol o política por ejemplo, acostumbrados incluso a citarse para darse de leches. Raras ocasiones, por cierto, que no nunca: recuerdo en un certamen en Sevilla como músicos de una conocida banda de Cornetas de una localidad con nombre de parentesco familiar querían pegar a músicos de una hoy extinta banda de su mismo estilo -con la que compartían Hermandad el Domingo de Ramos en lugares diferentes, claro- con una "pitón", uno de esos candados gordos, de una moto.

Pero otros tipos de violencia sí los hay, más o menos visibles, más o menos agresivos, pero los hay.
Yo mismo les puedo hablar de innumerables amenazas que he recibido. Les puedo incluso contar una curiosa anécdota de cómo a un pobre inocente que creyeron que estaba detrás de la autoría de mis escritos le quisieron pegar miembros de una Hermandad (personas algunas que ostentan y/o han ostentado cargos importantes en el ámbito cofrade local, por si no queda clara la hipocresía que reina en el mundillo y en sus altas esferas).
Cualquier cuenta crítica recibe también decenas de esas amenazas, amenazas que, por cierto, caben recordar que están tipificadas como delito.

Y eso de lo que puedo hablar porque, por suerte o por desgracia, cosas que he conocido recientemente me las tengo que callar porque he jurado no contarlas, dense cuenta ustedes con este dato, dense cuenta del miedo que pueda haber a determinados personajes, a determinadas instituciones que actúan casi como sectas o, por qué no decirlos, casi como mafias, buscando imponer su ley, sus intereses, buscando mantener los privilegios que de otra forma no son capaces de mantener, el miedo que hay a sus acciones.

El último episodio que por desgracia he tenido que vivir es el del famoso vídeo. Un vídeo ridículo, creado por algún personaje tan patético como su creación, aunque no sabemos si ha salido de una idea orquestada desde otro sitio. Un vídeo que, por suerte, la mayoría de la comunidad cofrade, al menos la racional, la inteligente, se lo ha tomado con guasa, pero que por mucha risa que dé claramente esconde un propósito: es un vídeo que pretendía señalar, señalarnos a varios cofrades, señalarnos solo por nuestra opinión, solo porque es una opinión contraria o que a ciertas personas e instituciones no ha gustado. Un vídeo cargado de incitación subliminal a la violencia, a esa violencia ultra, buscando ponernos una diana en la espalda a quienes mostramos alguna oposición. Una señal como los nazis señalaban a los judíos. Una señal como con la que regímenes dictatoriales marcan a quienes quieren que sean "neutralizados" por el bien propio, por mantener el poder. Una señal como señalan los grupos extremistas, como los grupos que buscan infundir el terror en la población cuando marcan a sus objetivos.
Un vídeo que no es sino consecuencia a una campaña de odio orquestada y manejada por una serie de cofrades que se cree con derecho divino a imponer sus criterios y que ahora se está viendo convertida, como toda campaña de odio, en violencia.
De momento es una violencia sutil. De momento.
Pero quién sabe si mañana...
...quién sabe si mañana a cualquiera de los señalados en el vídeo no se nos acerca alguien con ganas de gresca. Quién sabe si ahora no podremos disfrutar de asistir a eventos cofrades solo porque nos encontraremos a energúmenos que nos increpen espoleados por estas campaña. Quién sabe si ese odio instigado contra lo foráneo no se transforme en otras acciones. Quién sabe si en un certamen, como el que se va a organizar para ayudar a la lucha contra el cáncer infantil, se llene de abucheos organizados a bandas foráneas...

Quién sabe, incluso, si el próximo Sábado de Pasión, Lunes, Martes, Miércoles o Jueves Santo no veremos a gente hacer a autobuses venidos de Jerez, Linares, Cádiz, Huelva o Málaga lo mismo que las barrasbravas "millonarias" hicieron al bus del conjunto rival. No me extrañaría observando la irracionalidad que muestran muchos cuando se toca a su banda.

Dios quiera que nada de esto llegase a suceder, pero si ocurriera la responsabilidad única estará en aquellos que han buscado provocar ese odio.
Siendo así, disfruten de lo creado.

Aun habrá, habremos, seguro, quienes queramos enfrentarnos al miedo, que no nos afecte la censura, que no nos dé miedo a dar nuestra opinión porque vivimos en un país donde existe libertad de expresión y que cuando veamos nuestros derechos vulnerados, bien sabe el Altísimo que no dudaremos en poner los medios necesarios.

Demos visibilidad a un problema real, que existe por más que no se quiera ver. Tolerancia cero a la violencia ultra cofrade.