2 de septiembre de 2016

Fauna musicofrade: hoy, el "yollevoaquí"

Siempre he pensado que la antropología es una de mis vocaciones frustradas. Me encanta el estudio del ser humano y su comportamiento, me encanta observar y analizar costumbres tan altamente irracionales en un ser que se supone es racional, me encanta eso de observar las filias y fobias, las supersticiones, los mitos, las tradiciones,... como esas cosas se incrustan en el subconsciente humano definiendo sus rasgos socio-culturales y hacen de nosotros un animal de costumbres fácilmente encasillable y manejable.
El ser humano no deja, entonces, de ser un animal, y la humanidad tiene su propia "fauna" cargada de una gran diversidad de especies, y, por supuesto, el "homo kofrade" no escapa de tener su propia fauna. En mi antiguo blog quise hacer algo así analizando todos esos especímenes que conforman la gran fauna cofrade: el "objetivos" siempre estorbando y creyéndose con derecho a ello. El "petaladas" que se comunica a base de gritos a lo "rrreeeiiiinaaa", "que guapa hijaaaaaa" y toda esa retaila de ordinarieces gritadas a un paso en esos momentos de los que el petaladas toma nombre. El "cohetero" y su piromanía reprimida que lo lleva a celebrar cualquier acto religioso encendiendo algún artefacto explosivo. El "remangao", el "patillas", el "medallitas", el "varamando", el "yohesido" o "yosoy",... había muchos....
Por desgracia aquel blog terminó y en este me quiero dedicar solo al aspecto musical. Sin embargo la fauna musicofrade también es rica y, a modo documental, recupero aquí el análisis de los especímenes que la componen, que también son muchos y muy variados.

Comenzamos con el "yollevoaquí".

De nombre científico vetustus veteranus cornetensis, el "yollevoaquí" o también conocido como el "yollevotocando" debe su nombre a la famosa coletilla, seguida de los años que lleve en la banda o con su instrumento, usualmente empleada por este espécimen para comunicarse.

Especie muy común pues puede aparecer en cualquier banda tanto grande como pequeña, los "yollevoaquí" suelen ser varones rondando los 35 a 60 años de edad, siendo más frecuente encontrarlos en los hábitats de bandas fundadas en torno a los años 80, aunque se pueden dar casos en los que el "yollevoaquí" migre a una banda más joven, siendo más conocido en estos ambientes como el "yollevotocando".

Aunque, a diferencia de otros tipos de musicofrades, no es un ser demasiado agresivo, el "yollevoaquí" sí es en cambio un animal muy territorial, marcando a toda la banda como su propio territorio e intentando dejar ver su autoridad, especialmente a los más jóvenes y a los recién llegados, a los que comúnmente el "yollevoaquí" suele dar su chapa introductoria contando su vida musical.
Normalmente pésimos o regulares en lo musical, el "yollevoaquí" usa su "antigüedad" como argumento de autoridad ante los demás, y es curioso que dicho argumento suele ser aceptado, no se sabe si por respeto a los mayores o para evitar confrontaciones con ellos.
Aun así, esta autoridad como se ha dicho no suele concordar en nada con el rendimiento del "yollevoaquí". Más bien diríamos que todo lo contrario: el "yollevoaquí" es un animal de costumbres que no presenta una evolución y adaptación natural al medio musicofrade actual que lo rodea, estando en un permanente anclamiento en las costumbres y usos de cuando él empezó a tocar, normalmente ochenteros. Es por ello que los "yollevoaquí" rara vez aprendan lectura musical, tocando frecuentemente de oído y sin hacer caso a las dinámicas y demás. Si el director de la banda es, además, más joven que él y/o lleva menos tiempo que él en la banda, el "yollevoaquí" hará prevalecer su autoridad por su antigüedad pasándose por el arco del triunfo cualquier indicación u orden, pues, por mucho estudios musicales que éste pueda tener el "yollevoaquí" dirá que "yo llevo aquí/tocando 30 años y creo que de esto de bandas sé más que ese (el director)".
Disciplinariamente, el "yollevoaquí" también tiene sus propias costumbres: animal poco dado a aparecer por los ensayos que normalmente suele sustituir por una cerveza o un dominó en el bar o por ver un partido de Champions/UEFA/1ª regional (cualquier excusa es buena) pues el "yollevoaquí" afirma tener "embocadura perpetua" adquirida por sus años de experiencia (aunque luego llegue Semana Santa y tenga menos tiempo el instrumento en la boca que el novato que va paseando traje al que han metido ahí por rellenar). En casos de percusión, existen dos tipos de "yollevoaquí": o el mandamás, que suele ser rufador o redoblante (o él mismo se coloca en esa posición ya que, como decimos, no suele ensayar) y el común que suele ocupar plaza de bombista/platos y al que nadie se atreve a decirle nada porque son instrumentos que nadie quiere.
Esa nula disciplina la traslada el "yollevoaquí" a las actuaciones/procesiones, no siendo extraño encontrarse en los días de Semana Santa a los "yollevoaquí" rondando por bares con el uniforme de su banda correspondiente haciendo su paradita para el café/cerveza/cigarrito de turno (rutina que realiza varias veces en cada actuación).

No obstante, cada vez más se está haciendo patente que hay distintos grados de evolución entre los "yollevoaquí" de pueblo y los de ciudad, ya que entre estos últimos, al parecer se están dando casos de "yollevoaquís", que sin perder el instinto de su especie, se comienzan a adaptar a las nuevas exigencias de sus bandas, si bien les siguen quedando vestigios de su especie originaria que dejan ver de vez en cuando.


Algunos datos de interés:
Estado de conservación: preocupación menor/sin riesgo.
Población estimada: de 1 a 5 especímenes por banda.
Distribución territorial: aunque es una especie muy extendida por toda España, predomina en la zona de Andalucía occidental.
Alimentación: la cerveza es un alimento principal en su alimentación. También el "yollevoaquí" gusta de cualquier comida que organice/pague su banda.
Enemigos: cualquiera que se atreva a cuestionar su autoridad por antigüedad. Se sienten especialmente recelosos de los directores jóvenes.
Principales amenazas: los "yollevoaquí" de pueblo no suelen tener ninguna amenaza seria pues suelen estar bien mirados y hasta incentivados y protegidos. En ciudad, las grandes bandas pueden remplazarlos por especies jóvenes, algo que el "yollevoaquí" puede evitar cambiando sus rutinas habituales para no ser expulsado, por lo que igualmente se pueden garantizar sin problemas su supervivencia.

Si tú, querido lector, quieres añadir algo para que conozcamos mejor a los "yollevoaquí" o en tu banda existe algún tipo desconocido de esta especie, puedes hacerlo saber a través de la caja de comentarios.

Hasta aquí el Fauna musicofrade de hoy.
Próxima entrega: el "solisto".

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