5 de abril de 2020

¿A qué suena el Domingo de Ramos?

El Domingo de Ramos suena a nuevo y a estreno. Suena al dorado de las palmas crujiendo al viento.
El Domingo de Ramos suena a chiquillos jugando en el patio de un colegio, a ilusión y a sonrisas.
Suena a una madre preocupada preguntando "¿Estás bien? ¿Estás cansado? ¿Quieres agua? ¿Quieres chuches?" y a una cabezota negativa de un niño que se envalentona y quiere terminar el recorrido como los grandes.
Es ese día que despierta con el canto de los pájaros y a ajetreo, que suena a bulla impaciente que viene esperando casi un año.
Mi Domingo de Ramos suena a recuerdos y nostalgia. A Alma de Dios sonando con esa lira que tocaba nuestro añorado Miguel en la mañana cuando la Borriquita alcanza la Glorieta del Parque. Suena a marcha clásica de Agrupación, a Rodríguez Ruíz y a Mena Hervás. Incluso suena a lluvia y lágrimas acompasadas a aquella amarga interpretación de Bendición en aquel año 2003, pero también a alegría y luz con los acordes de Farfán y La Estrella Sublime.
Mi Domingo de Ramos también sonó a Costalero en una mañana cordobesa mientras el imponente rosetón de San Lorenzo observaba al Señor de los Reyes alejarse camino del Realejo en la que fue mi primera marcha en una Semana Santa como músico cofrade.

¿Que a qué suena el Domingo de Ramos? A lo que es: el fin de la espera, el inicio del sueño. Y aunque estos tiempos lo hayan convertido en pesadilla, ese sueño volverá.

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