11 de abril de 2020

¿A qué suena el Sábado Santo?

El Sábado Santo suena a calma. Suena a remanso tras unos días álgidos de emociones y a una normalidad que intenta volver a tomar asiento aunque no queramos.
Día que suena a tarde de Sol y a Trinidad salesiana, a Dolor servita y a Duelo desconsolado, suena a Santo Sudario cobijando el cuerpo del Salvador, a la cruel estampa de su cuerpo inerte, al Cordero de Dios sacrificado por los pecados del Mundo expuesto en urna de cristal y madera. Suena al Triunfo de la Santa Cruz y a una muerte vencida por la muerte, a un final que no lo será porque preludia una Eternidad que llegará con la Aurora.
Y suena a los goznes de San Lorenzo, a unas puertas que se cierran culminando los días de Pasión. Suena a Soledad, a una devoción antigua, tan antigua que en algunos lugares no haría justicia ser sacada de la memoria para hacer una Cofradía más. La Soledad no merece eso, nuestra historia no merece eso.

Es el Sábado Santo, y suena a espera: espera a que llegue el Día en mayúsculas para nosotros los cristianos. Y, este año más que nunca, a una espera de casi un año para que nuestra Pasión vuelva a latir por las calles.

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