9 de abril de 2020

¿A qué suena la Madrugá?

La Madrugá suena a noche mágica y a emociones. Suena a ciudad que no duerme, al frescor de las noches de primavera y al aroma del azahar.
La Madrugá suena a aldabonazo y 5 campanadas, suena a tradición e historia aunque haya quienes quieran venderla. Suena a calles vacías de incomprensión.
Suena a esa primera noche de juventud que tus padres te dejaban pasar fuera, a risas con los amigos esperando y a bostezos cuando el sueño comenzaba a ganar el pulso a unos cuerpos, al principio desentrenados. Y suena a churros con chocolate reconfortando en la amanecida de un Viernes Santo.
La Madrugá suena a negro y a saetas, a Saetas del Silencio para el Nazareno que abraza la Cruz, al Gran Poder del sevillano más universal que naciera hace 400 años de sangre cordobesa, a Cristo presentado en la Cruz del Calvario, pero también la Madrugá suena a bulla y capa, suena a tambores de guerra de unos centuriones cuyas plumas mece el viento cuando pasan bajo el arco, a cornetas marineras de blanca pureza cuando el aire cruza el Guadalquivir busando un viejo arrabal y suena a compases gitanos que mecen al compás a la Salud del mundo.
Es la noche que, más que nunca, suena a Esperanza, a una Macarena que por unos momentos deja su ocupada casa para unirse con su pueblo y a una Trianera que siempre nos recuerda que caer no es motivo para rendirse, porque aunque se caiga Tres veces, siempre vendrá la Esperanza.
Pero si para mí la Madrugá tiene un sonido, siempre será el de una Saeta inmortal que dejara Machado y Serrat pusiera música. Suena a quejío, bulerías y soleá. Suena al caminar de un pueblo errante, como la propia historia de su Hermandad, perseguido e injustamente tratado. A ese pueblo que como el Señor de la Salud ha cargado con la Cruz de las injusticias y las injurias, del que tantas madres han padecido el dolor como su Madre, de un Valle de Angustias al que el Alba siempre pone luz.

¿A qué suena la Madrugá? Imposible describirlo con palabras. Es solo la Madrugá, la noche más larga y más corta al mismo tiempo. Y que duro se hace no vivirla este año.

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