9 de abril de 2020

¿A qué suena el Jueves Santo?

El Jueves Santo suena a silencio, orden y devoción. Suena a preludio de una noche infinita que dura un suspiro.
El Jueves Santo suena a Eucaristía y a Última Cena, suena a Cuerpo y Sangre y a Eterna Alianza.
Es el día que suena a cornetas de Cielo y a música celestial de más de 100 ángeles de fama, de esa música que nos recuerda que tras cada azote siempre hay una Victoria.
Y el día que suena a la elegancia decimonónica cuando una mujer piadosa limpia el rostro del Señor cargando con la Cruz, la suya y la nuestra de un espinoso Valle de lágrimas en que a veces se convierte la vida.
Son esas Noches de Jueves Santo que suenan a Nazareno de un pueblo y sus gentes y a aquella otra noche de febrero en que una banda hizo realidad un sueño y una familia me dio el mejor regalo que nunca haya recibido desde que estoy en la música cofrade.
Y, finalmente, el Jueves Santo suena a música del pasado, a esa que ya no volverá a sonar más pero quedará en la memoria mía pero también de unos hermanos que en su lucha por sobrevivir acosados por las modas tienen que sacrificar su forma de entender la Pasión. Suena a lejano viento-madera acompañando el Dolor en el Calvario junto a Cristo expirante. Suena a la música del silencio.

¿A qué suena el Jueves Santo? Suena a gratitud, eterna gratitud. Y a diferente, porque no todo en la vida son pitos tras misterios dando izquierdos.

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